Capítulo 24.

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Alice.

—¿Padre?—digo en un aludido, sin poder creer tenerlo frente a mí.

Se está sujetando el abdomen y sospecho que está herido por el quejido de dolor que suelta. Me apresuro hacia él, Elijah Seymour está a su lado con la mano en su hombro.

—Hola, pequeña.

—¿Te sientes bien?—me acerco a él.

—Solo es un rasguño.—me dedica una sonrisa rápida.—¿Tú estás bien? ¿Tu madre y hermana?

—Estamos a salvo, padre. Miles se encargó de ello.

—¿Sólo Miles?—inquiere. Tiene una actitud extraña.

—Sí, padre.—afirmo despacio.

Me examina, no aparta sus ojos de mí. Agradezco al cielo porque esté aquí aunque tenga esa herida en el abdomen que sanará poco a poco.

No le diré que Magnus estuvo aquí, esperaré a que Miles lo haga.

—Hay que curarte, padre.—le digo. Lo sujeto por el lado derecho y Elijah en el izquierdo.

Caminamos con él escaleras arriba. Mamá está durmiendo con Amy, así que, debo llevarlo a otra habitación. Entramos a la que se me fue asignada, lo sentamos en la cama apoyado al espaldar.

—Buscaré ayuda...—le digo pero soy interrumpida por su agarre.

—Quédate. Elijah es quien irá—mira a su amigo—, busca a Miles.

Este asiente antes de salir.

Me quedo junto a mi padre. Pone un mechón de cabello detrás de mi oreja, bajo la mirada cuando la barbilla me tiembla. Tuve mucho miedo de perderlo de nuevo, siento alivio de tenerlo aquí con nosotras.

—¿Qué has hecho?—pregunta con una sonrisa.—¿Comiste? ¿Dormiste? Dime qué no pensaste en lo ocurrido.

—Comí y dormí hasta donde pude. Claro que pensé en lo ocurrido, padre. Fue horrible.

—Lamento que hayan pasado por eso.—me agrada la sinceridad en su voz—Son muy valientes, eres muy valiente, Allie.

—Hubo una mujer y su pequeño hijo a los que intenté poner a salvo pero no lo logré, no pude.—me tiembla la voz de solo recordarlo.—Acabaron con ellos justo frente a mí y no hice nada, me sentí inútil y he estado pensando que no sería una buena reina si no puedo defender a mi pueblo.

Acaricia mi mejilla, limpiando la lágrima que se deslizaba por ella.

—No es tu culpa, hija mía.—más lágrimas salen—Hiciste lo que pudiste y está bien, no serás una mala reina. En ese momento estabas atrapada, no portabas armas y defenderte era en vano porque de una u otra forma pudiste haber muerto. 

Limpio las lágrimas que salieron descontroladamente. Aún estoy afectada por lo de ayer, ni hablar de Amy que con solo ocho años tuvo que experimentar el terror y el desespero al ver como el reino caía frente a nosotros. 

—¿Dónde están Rhaella y Amy?—pregunta, cambiando de tema. 

—Duermen.

Asiente despacio con una sonrisa en los labios. 

—Ahora entiendo el porqué de su obsesión con dormir, tu madre parece que hiberna todos los días.

Suelto una pequeña risa que el complementa. 

—Para mí dormir es como estar muerta, creo que por eso lo disfruto tanto porque desde hace años he imaginado como se sentiría que la vida se fuera poco a poco.—le confieso. 

La Princesa Del Sur #1© [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora