5_Las Hermanas de Hierro

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Lucrecia Montesinos había sido criada para creer en la Clave, en sus principios y sus decisiones. Claro, excepto en la parte de los Acuerdos con los subterráneos, la tolerancia y la convivencia pacífica. Aunque Lu ya había pagado las consecuencias por seguir esas ideas tan intolerantes.

Pero aun así seguía pensando que en cierta forma debía creer en la sabiduría de la Clave. Si no lo hacía todo sería un caos. Y aunque había hecho algunas cosas a espaldas de la Clave últimamente, seguía creyendo que lo correcto era, la mayoría de las veces, obedecer a la cadena de mando.

Sin embargo, esa tarea era particularmente difícil cuando lo primaba en los nefilim era el miedo, la ignorancia y la intolerancia. Como en este preciso momento, en el que se debatía qué hacer sobre Teo y Carla Caleruega.

Lu estaba sentada en el medio de Cristian y Valerio. Detrás de ella estaban Guzmán, Nadia y Polo. Más allá estaban Rebe y Cayetana. Era un fastidio porque, aunque les permitían participar de las reuniones en el Gard, solo se podía votar a partir de los 18 años, por lo que Valerio era el único de ellos que tenía un voto válido. Y si bien Lu agradecía tener de su bando el voto de adultos como Beatriz, Benjamín, Azucena y algunos más, la gran mayoría de los presentes no parecían que les preocupara mucho la seguridad de Carla si con eso lograban deshacerse de Teo.

El debate era claro: declarar la sentencia de muerte sobre Teo Caleruega o no. Era un fugitivo, pero eso solo serviría para que quien lo viera estuviera obligado a solo capturarlo. Pero con una sentencia de muerte firme de la Clave, se autorizaba a cualquier nefilim a matar a Teo por sus crímenes.

Y No es que a Lu le preocupara la vida de Teo. Sentía vergüenza de haberlo seguido en algún momento. Era algo en lo que prefería no pensar.

Había muchos que querían la cabeza de Teo, pero no se habían apresurado a ejecutarlo antes solo porque pertenecía a los Caleruega o había sido el Inquisidor. Con Teo muerto algunas cosas habrían sido diferentes. Lu tenía claro que el odio de parte de la Clave a los subterráneos hubiera sido el mismo, pero sin Teo estaría más controlado. Teo era mala persona y posiblemente un loco, pero también muy inteligente y carismático. Lu había trabajado para él antes y ahora reflexionaba de un modo distinto. Ya no veía a Teo como el líder de una causa, sino como un hombre peligrosamente astuto que explotaba un descontento ajeno a él solo para obtener poder.

Cuando se junta gente ignorante y malvada con un maldito carismático e inteligente se daba la combinación más peligrosa del mundo.

Lo peor es que eso no era solo para los que seguían a Teo como fugitivos, sino también para los que rodeaban a Lu en este momento también.

-Por favor-dijo Azucena levantando la voz-no dilatemos más este debate. Las opciones son claras: sentenciar de muerte a Teo Caleruega por sus crímenes o no hacerlo. Quienes estén a favor de hacerlo, por favor levanten su mano.

La gran mayoría de los presentes lo hicieron.

Lu miró a Azucena y Benjamín que no parecían nada felices con esto. Pero ni ellos, con su estatus podían luchar contra el poder de la mayoría.

-Entonces-dijo Azucena algo molesta-la Clave dicta sentencia de muerte contra Teodoro Caleruega.

La gran mayoría de los presentes comenzaron vitorear y festejar. En otro momento Lu también hubiera festejado. El problema es que sentenciar a muerte a Teo, era sentenciar a muerte a Carla.

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Ari ingresó sola a la mansión Conmenford. Patrick había ido por ahí con Iván. Mencía andaba con Rebe probablemente peleando como hacen siempre últimamente. Su padre tenía algún tipo de reunión con Azucena, seguramente para seguir discutiendo todo lo relacionado con Teo.

Élite Cazadores de Sombas: ciudad de secretos y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora