1_El tiempo no es nada para los ángeles

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El club Pandemónium era un lugar extraño dentro de la ciudad de Londres. Ahí solían acudir todo tipo de personas extrañas y extrañamente convivían.

Él entró a esa extraña discoteca vio una muchedumbre de personas todas bailando, bebiendo y liándose en los rincones. Había mundanos y subterráneos conviviendo. Claro, los mundanos no sabían que los subterráneos eran...bueno, subterráneos. Pero había una extraña fuerza que atraía a los mundanos a lugares así. Esos tontos siempre se sentían atraídos por cosas que no podían comprender. Mejor para él.

Lo tenía claro, quería una chica mundana esa noche. Estar con ella, pasarla bien y después terminar como suelen terminar estas cosas. O quizás podría dejarla viva y ver si queda embarazada. Concebir a un brujo como muchos otros de su especie habían hecho. Y luego ella moriría como suele pasar. No le importaba. Tener un hijo era una idea interesante ¿Por qué solamente los demonios más poderosos podían tener descendencia? O quizás solo divertirse y descartar a la muchacha. Si, hoy era una noche para divertirse y nada más.

Identificaba claramente a los subterráneos y decidió que era mejor evitarlos. Ellos podrían reconocerlo.

Vio a un hombre vampiro y una mujer licántropa besándose apasionadamente en un rincón. ¿No se odiaban? Un grupo de petulantes hadas bebían entre ellas. Esas eran la peor clase de subterráneo y prefería evitarlos. Un hombre brujo charlaba con una mujer mundana y parecía que le estaba diciendo algo divertido porque ella reía enérgicamente.

Lo mejor sería estar cerca solo de mundanos. Si lo identificaban los subterráneos podían atacarlo ellos mismos o peor, llamar a los cazadores de sombras. Pidió una bebida miró todo el lugar buscando a la incauta perfecta. Entonces la vio.

Una hermosa chica bebía sola en un rincón sin mirar a nadie en particular. Llevaba un largo vestido de color negro que le tapaba todo excepto su hermoso rostro y sus manos. Sin embargo, quedaba claro las curvas de la muchacha. No sabía si podría controlarse. Quizás la mate antes de terminar. Debía controlarse, sino la emoción podía hacer que pierda la concentración y termine mostrando su forma real delante de todos.

De pronto notó que la chica lo estaba mirando. Era muy linda. De cabello castaño claro, ojos marrones y una hermosa sonrisa. Sus labios pintados de rojo sangre le hicieron pensar la sangre de la propia chica. La muchacha de la pícara sonrisa comenzó a caminar y volvió a mirarlo claramente indicándole que la siguiera y así lo hizo.

Ella caminaba esquivando con gracia a todas las personas y él procuraba no perderla de vista. Al final ella salió por una salida de emergencia que estaba en la parte trasera del club Pandemónium. Esta salida daba paso a un pequeño callejón. Perfecto, todo solitario y oscuro.

-Hola hermosa-dijo él.

-Hola-respondió ella coquetamente.

-¿Cómo te llamas?-le dijo él mirándola fijamente.

-Cayetana ¿y tú? -dijo la joven.

-¿Eso importa?-bromeó el joven.

Ella lo miró con sus delineados ojos marrones.

-No realmente-dijo ella y rodeó el cuello del hombre con sus brazos.

Él la sujetó con fuerza y la llevó contra la pared y ella esta vez lo rodeó con sus piernas sobre su cintura. Cuando hizo esto su largo vestido se corrió a la altura de las piernas de la muchacha y cuando esto pasó el vio todos los dibujos en las piernas de ella.

-¿Qué'-preguntó estupefacto-¿Runas?

Ella le sonrió con malicia.

-Mierda-dijo el hombre entendiendo y rápidamente la soltó y trató de salir corriendo de allí pero cuando quiso hacerlo un hacha se incrustó fuerte y rápidamente en la pared sorprendiéndolo. De entre las sombras salió una muchacha alta de ojos azules.

Élite Cazadores de Sombas: ciudad de secretos y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora