8_Los ángeles desconfían de los ángeles

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Habían acordado entrar al Instituto de Madrid y encontrar a sus amigos y recién regresar todos a Idris, aunque aún no habían decidido los detalles. Samuel estaba exhausto y decidió encerrase en su habitación en su viejo apartamento.

Se recostó en su cama y miró al techo. Se sentía un tanto incómodo de estar con sus amigos en este momento. Los abrazos de Ari lo ponían nervioso delante de los vigilantes ojos verdes de Carla. Había podido encerrar la imagen de esa rubia por todo un año en un rincón de su corazón y no la había dejado salir. El no verla y el rencor que sentía hacia ella lo había hecho un poco más fácil. Pero esa frágil valla de contención ya no existía. La había vuelto a ver, había vuelto a tratar con ella, la había entendido...y la había besado.

Se tapó los ojos con ambas manos. Cuando esta misión terminara debía regresar a Londres por su entrenamiento. Y regresaría junto a Ari, no junto a Carla. Si regresaba aun siendo el novio de Ari sería mentirse a sí mismo y a la propia Ari; si regresaba separado de Ari la lastimaría y sería incómodo.

Lo peor es que Guzmán se lo había advertido. Le había dicho lo que Ari sentía por él y que lo mejor era que la rechazara frontalmente para ser honesto consigo mismo y para que ella pudiera comenzar a superarlo.

Tampoco quería defraudar a Benjamín. Ese hombre había sido como un padre para él este último año.

Después de un rato alguien entró a su habitación. Era Ari.

Se acercó y se acostó sobre él. Samuel la tomó de la cintura como un reflejo automático. No podía negar que Ari le gustaba, pero simplemente como se puede sentir un hombre frente a una mujer que le parece atractiva. Con ella la había pasado bien. Ella estuvo con él cuando en ocasiones los dolorosos recuerdos eran insoportables. Ella de verdad lo amaba.

Pero no podía seguir negando lo evidente: se había enamorado de Carla un año atrás y ese sentimiento fue acallado, mas no extinguido. Aun cuando intentó olvidarla ella seguía ahí, a pesar del dolor y del odio.

Estaba tan perdido en sus pensamientos que un momento se sorprendió al darse cuenta que estaba besando a Ari. Miraba el cuerpo de su novia, con las runas dibujadas en todo su cuerpo, como Carla, como él mismo. Esas runas hacían que las dos se parecieran mucho. Ambas eran guerreras fuertes y poderosas. Eran de prestigiosas familias de cazadores de sombras. Ambas eran bastante arrogantes. Pero no eran iguales y eso él lo sabía.

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Carla miraba por la ventana. Estaba en silencio, tenía demasiadas cosas en que pensar. No solamente en que en unas horas tendrían que ir al Instituto y probablemente habría una batalla. No sería difícil la parte de huir si es que Samuel puede hacer un portal como dice. Aunque Samuel siempre se sacaba de la manga alguna habilidad nueva que sorprendía a todos. Además, Guzmán y Rebe lo confirmaban. Lo difícil sería llegar hasta el Instituto y reunirse con los demás.

Vio como Polo se movía nerviosamente de un lugar a otro. Carla supuso que estaba asustado por lo que podría pasarle a Cayetana. Se lo preguntaría, pero temía que Rebe escuchara y ella también debía estar preocupada por su parabatai.

Tampoco veía bien a Lu quien se la veía temerosa por Valerio quien también se encontraba allí. Nadia y Guzmán estaban abrazados mientras charlaban entre ellos en voz baja.

Todos esperaban que Carla tomara las decisiones. Tenían naturalizada la idea de ella liderándolos. Era halagador, pero al mismo tiempo era agotador siempre cargar con ese peso. Era agotador siempre ser la persona fuerte sobre la que todos se apoyaban.

En ocasiones sentía que a ella también le gustaría apoyarse en alguien más. En ser débil, aunque sea por un momento.

No veía a Samuel por ningún lado. Tampoco a Ari.

Élite Cazadores de Sombas: ciudad de secretos y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora