10_La desaparición de los ángeles

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10_LA DESAPARICIÓN DE LOS ÁNGELES

Samuel estaba frustrado. Cuando tomaron a Azucena de rehén todo se vino abajo. Les quitaron sus armas a todos y los obligaron a arrodillarse.

Junto a Samuel estaba Guzmán quien se veía aún más furioso que él mismo.

Samuel levantó la vista y más allá vio a Carla también de rodillas junto a Lu.

No necesitaban mucho para mantenerlos a todos calmados, dado que aún había un nefilim con un cuchillo contra el cuello de Azucena. Ander miraba temeroso hacia su madre, pero no había nada que se pudiera hacer.

Samuel volvió a mirar y todos sus amigos estaban sometidos, excepto Polo y Cayetana que no estaban por ningún lado. Samuel esperaba que no los hubieran capturado también.

Samuel se percató que habían cerrado las puertas del Gard, las cuales siempre estaban abiertas. Supuso que así esperaban que nadie se percatara de lo que estaba sucediendo. Samuel pensaba que si lograba agarrar la estela que tenía en su cinturón podría usarla para hacer alguna runa que los ayude. Quizás hacer un portal sea lo conveniente. Podrían escapar y buscar ayuda en las calles de Idris.

Instantáneamente ingresan al salón varios guardias que habían combatido con Samuel y sus amigos y detrás de ellos iba el Inquisidor Armando. Todos estaban impactados, pero lo siguiente los impactó aún más.

Detrás de ellos venía Teodoro Caleruega.

El impacto en todos fue inmediato. La que estaba peor de todos era Carla, que incluso ella no lograba salir de su estupor.

Los guardias y Armando se hicieron a un lado dejando a Teo tomar la centralidad de la situación.

Samuel analizó al antiguo Inquisidor. Vestía un atuendo de un solo color, gris. Así vestían a los prisioneros que tenían en el Gard. Estaba al lado de Armando que vestía la elegante túnica de Inquisidor, pero aun así el porte de Teo era aún más imponente.

Teo caminó por el lugar observando a todos. Samuel notó como su mirada primero se enfocó en su hija, quien lo miraba de forma desafiante.

Luego miro a Azucena que seguía retenida por un guerrero. Al verla Teo sonrió de forma burlista.

Luego miró a Guzmán, a quien vio con cierta pena, o eso le pareció a Samuel.

Teo caminaba con sus manos en su espalda. Parecía no solo observarlos a todos, sino que también divertido con la situación.

Luego miró a Samuel en donde se detuvo. A Samuel no lo vio con burla o tristeza, sino con odio.

-Quítenle la estela a Samuel inmediatamente-ordenó Teo-él es más peligroso dibujando una runa que utilizando una espada.

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Polo y Cayetana corrían por las calles de Idris tratando de llegar a la mansión Benavent. Habían visto todo lo que ocurrió en el Gard, pero Polo no le permitió a Cayetana entrar en el combate. Lo más conveniente era buscar a otros que pudieran apoyarlos, solo superando en número a los guerreros de Teo podrían vencer, sobre todo si tienen a Azucena como rehén.

-Mi madre trabaja con Azucena y los demás nefilim responderán a su llamado –aseguró Polo.

Cayetana no estaba segura de si eso funcionaría, pero el plan de Polo era el más racional al que podían aferrarse ahora. Él tenía razón y si ellos hubieran combatido los hubieran capturado también y no serían de ninguna ayuda.

-¿Cuál será el plan de Teo esta vez?-preguntó Cayetana.

-No sabía sus verdaderas intenciones cuando trabajaba para él-dijo Polo-y menos ahora que ya no lo hago.

Élite Cazadores de Sombas: ciudad de secretos y traicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora