19: "En la cuerda floja del deseo y el deber "

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Sentía como si todo eso fuese un sueño, no le parecía real. Observaba a Harry dormir tranquilamente, iluminado por algunos rayos de sol que las cortinas dejaban pasar. Parecía lo más cercano a un ángel que podía describir, observó con más detenimiento sus pecas, y es que nunca había conocido a alguien que todo su cuerpo estuviese lleno de ellas.

Con su dedo empezó a trazar y conectar líneas en el hombro del pelirrojo, con la delicadeza suficiente para no despertarlo.

—Jett, ¿Por qué no vuelves a dormir? —Ese pequeño susurro salió de Harry, mientras que se acurrucaba más en su pecho—, ¿No es acaso todavía muy temprano para despertarte?

Siguió trazando pequeñas formas en la piel del pelirrojo y sonrió al escucharlo.

—Son las once de la mañana, pero si quieres seguir durmiendo, duerme —respondió, tranquilo. Estaba en paz en ese momento, como si lo que le pasaba por la cabeza la noche anterior se hubiera esfumado por completo. De repente, sintió un movimiento brusco, Harry había desaparecido de entre sus brazos y se había sentado en la cama.

—¡¿Realmente son las once?! —preguntó totalmente alarmado, se levantó y empezó a buscar sus ropas, no entendía nada—, mierda, me olvidé que debía estar en la galería hoy, papá presenta colección.

Al verlo en ese estado decidió levantarse e ir hacia él, que seguía buscando donde estaba su camiseta, podía oler en el ambiente que Harry estaba nervioso y apurado, lo cual no era una buena combinación. Seguía escuchándolo maldecir en voz baja, regalándole a sí mismo. Una vez que estuvo frente a él lo agarro de sus manos y las acarició, eso detuvo y pareció desconcertar al pelirrojo.

—Jett, me encanta tu cursilería, pero si no llego antes de las doce a las galerías, calum podría colgarme de un exhibidor ¿Entiendes la magnitud de esto? —aquello lo hizo reír sin querer—. Hey, esto es en serio Jett.

—Lo siento, no debí, reírme.

—No, no debiste —Harry ya Lucia un poco más calmado y le había regalado una sonrisa.

—Debes calmarte, mira, allí está tu camiseta y en ese costado tus zapatos —señaló a un costado de ellos, del lado donde él había estado durmiendo e inmediatamente volvió a fijar su vista en Harry, no pudo evitar su impulso, se inclinó un poco y se acercó para darle un beso, el cual fue bien recibido por la otra parte. Fue un beso tranquilo y lleno de dulzura que acabo con ambos sonriendo.

—Tú sí que sabes como calmar a alguien.

Amplío su sonrisa ante ese dicho y se alejó un poco, puede que la tranquilidad de hace unos minutos se esfumara, pero el sentimiento que le producía estar junto a Harry no se había ido a ningún lado, y eso le agradaba.

Caíste ante él, lo sabes, te gusta Harry. Sí, era posible que si lo hubiese hecho.

—Anda, termina de alistarte y espérame frente a la puerta, te llevaré hasta las galerías —No termino de decir aquello y Harry ya le estaba besando de nuevo, colgándose de su cuello con las manos entrelazadas detrás de él, con un poco más de intensidad y transmitiéndole sus emociones con él, lo beso hasta que les falto el aire a ambos—..., si seguimos así al único lugar que iremos de vuelta será la cama, Harry.

—Está bien, te espero en la sala de estar, tú eres el que debe vestirse, no puedes exhibirle al mundo lo sexy que eres.

Después de decir aquello, Harry simplemente agarro su camiseta y zapatos y salió de la habitación. Él se quedó allí y no tardo mucho en vestirse, se colocó un pantalón negro y una camiseta blanca junto a unas zapatillas del mismo color. Se colocó algunos anillos, agarro su teléfono y salió del cuarto hasta donde estaba el pelirrojo ya listo con sus cosas, pero se encontraba mirando fijo a la cocina. Y apenas miro en aquella dirección pudo ver que sucedía.

Un alfa sin suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora