7: "El desafío de ignorar"

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—Gusano ambulante, ¿Eres tonto? —escuchó desde el otro lado de la pantalla

—Abuela, ¿podrías escucharme sin recriminarme?.

—Es que Jett, ¡Un Omega millonario está detrás de ti!, Pero ¿Tú solo lo ignoras? —le hacía gracia el tono indignado que distinguía en la voz de su viejita—, yo no te eduqué así, yo te enseñe a aprovechar las oportunidades, querido.

—Abuela, siento que me estás diciendo que sea oportunista.

—Por la santísima, hijo, ¡Hasta que lo captas!

La observó sonreír y luego largar un par de carcajadas. Había aprovechado su descanso del almuerzo para hablar con su abuela aquel día, y de paso, contarle todo lo que había sucedido el fin de semana anterior. Aunque la verdad era que charlar con ella le ayudaba a desahogarse un poco, pues Carly lo escuchaba felizmente mientras que la dejase agregar sus grandiosos comentarios, según ella.

La admiró desde la pantalla de su teléfono, su apariencia no había cambiado nada desde la última vez que se vieron, hace como unos cinco meses. Carly seguía con esas fachas repletas de alegría, que dejaban ver su esencia, esa que desde pequeño le había inculcado. Seguía manteniendo su cabello, blanco por las canas, a la altura de sus hombros, sus ojos pardos que se achicaban al sonreírle. Ella tenía cerca de unos setenta y cinco años, pues nunca pudo saberlo con seguridad, ya que desde que tenía memoria, Carly jamás había dicho su edad, alegando que no importaba y que siempre mantendría su energía jovial de una chica de diecisiete. Lo último que analizo de su abuela era su nuevo gorro de lana en forma de rana, que aún  no entendía de donde lo había sacado.

En el pueblo ya habian empezado los días fríos con bastante fuerza, pues era esa época del año, aunque allí en Marvil todavía no era tan así.

Quiso decir unas palabras más, pero terminó distrayéndose al ver como don Nathan entraba a la cocina desde la puerta que daba al resto de la mansión. No dijo nada por unos segundos, su abuela pareció notar que no lo iba a hacer por otro par, así que decidió bendecirlo con sus palabras.

—Gusano, ¿me llamaste para estar callado?, para eso miraba la pantalla apagada, querido.

—Perdón, abuela, pero debo colgar —contestó distraído por la mirada fija de Don Nathan en él, parecía querer decirle algo—, te llamo mañana. 

La cocina se llenó de la ausencia de palabras por varios minutos después de colgar, seguía esperando para saber por qué el hombre frente suyo lo miraba tan fijamente sin decir nada, le intrigaba, pues que él supiera, no había hecho nada que mereciera un regaño.

—Joven Parker...

—Jett, don Nathan, sabe que no es necesario decirme de esa forma —interrumpió sonriente.

—Jett, dime, ¿Te agrada este trabajo? ¿La manera en que te trata la familia Foster?

Bien, ahora estaba muy perdido, no entendía que estaba sucediendo. Hombre ¿Y esas preguntas raras?

—Me agrada el trabajo, y la forma en que me tratan aquí —respondió confundido—, pero ¿A qué vienen esas preguntas?

—He notado la leve fijación que ha tomado el joven Harry por usted, y no solo yo, sino que el señor Cameron también.

—Si es por todo ese asunto, yo ya he hablado con el joven Harry y aclarado las cosas. No estoy interesado en él pese a todos los esfuerzos que él ha puesto para que así sea.

Esperaba haber Sido convincente con su respuesta, lo que menos quería era que tuviera problemas con el señor Cameron con algo que ni siquiera era su culpa. Realmente deseaba que no fuera así, porque si lo despedían, por eso, no sabría que hacer, eran las palabras de él contra las del hijo de su jefe, era claro quien saldría perdedor ahí.

Un alfa sin suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora