21: "Marcas, besos y un almuerzo familiar"

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Había pasado una semana, una semana desde que marco a Harry temporalmente, y realmente había sido toda una aventura. Después de haber asimilado todo y calmado el desastre que era su mente, todo había seguido relativamente normal. Cada uno había vuelto a su hogar, siguió su rutina, pero con la diferencia que ahora podía saber como se encontraba Harry a la distancia, sin necesitar mediar palabra. Pero Harry no lo hacía fácil, todo el tiempo sentía su llamado, a veces era un susurro, otras un grito que le aturdía, aunque en todas y cada unas de las ocasiones sentía la necesidad de correr a su lado, sin importarle nada más, pero ese deseo acaba apartado debido a que Harry siempre terminaba llamándolo, explicándole que simplemente quería saber si funcionaba. 

Sí, había aprendido que Harry era como un niño con un juguete nuevo, pero se había calmado después de una pequeña charla que tuvo que darle. El vínculo era algo nuevo, que ambos estaban descubriendo, pero la curiosidad de Harry iba a darle un patatús.

Estaba perdido en sus pensamientos y siguió así un rato más mientras que esperaba sentado en la cocina de la mansión. Ya se habían acabado sus días de vacaciones, y lo agradecía, tanto tiempo libre solo lo hacía sobre pensar todo lo que pasaba por su mente. Suspiró, disfrutando la tranquilidad, hasta que llegó Edna.

—¡Jirafa!, vamos, levanta esas nalgas y ven a ayudarme a entrar la compra —la paz había sido substituida por órdenes, pero solo sonrió y asintió.

Se levantó y camino junto a ella hasta la cochera, donde una camioneta con mucha mercadería en su cajuela los esperaba.

—¿Esto es para abastecer a un ejército, Edna? —preguntó, bromeando, mientras empezaba a agarrar algunos cajones de verduras y los apilaba. Era bueno en ese tipo de cosas, hace bastantes años había trabajado en la despensa de Rodie Blue, por lo que había adquirido algunas habilidades.

—No, Jett, pero el Joven Román come la mitad de esto solo, si le doy la oportunidad.

Estuvieron un largo rato bajando y acomodando todo en la cocina, conversando de todo y nada, hasta que terminaron. Él volvió a sentarse en el mismo lugar que antes, frente a la isla de la cocina, y procedió a arremangarse la mangas de la camisa y desabotono los dos primeros botones. Le había hecho un poco de calor, y al parecer, a Edna también, porque se había sacado el Jersey que traía puesto.

Ella dejó de prestarle atención y se dispuso a sus quehaceres, y él, a simplemente revisar el celular. Tenía tres mensajes que no había visto, uno era de don Nathan, y los otros de Harry.
Atinó a leer primero el don Nathan, puede siempre era de horarios y avisos. Pero esta vez lo dejo helado.

Don Nathan
El señor Cameron ha solicitado que se una al almuerzo familiar de hoy con motivos de agradecimiento ante sus amabilidades. Hora: 14:30 pm, lugar: salón al aire libre en el jardín.

Por instinto, supuso que los mensajes de Harry hacía referencia a lo mismo, y cuando los leyó, no se equivocó. Harry le estaba avisando lo mismo, pero mucho más emocionado. Decidió llamarle, realmente no le causaba ningún conflicto la idea del almuerzo, aunque había un tema del que no habían hablado, y no porque él no quisiera, sino porque el pelirrojo cambiaba el rumbo de la conversación cada vez que intentaba tocar el tema. 

—¿Ya te enteraste? —tal como lo había pensado, a Harry le emocionaba muchísimo la idea del almuerzo, y su voz lo delataba. Aunque también podría atribuirlo a lo que el vínculo le transmitía.

—Hola para ti también, Harry —después de decir su nombre, sintió la intensa y curiosa mirada de Edna posarse sobre él, con una sonrisa y una ceja interrogante arqueada en su rostro—, y sí..., ya me enteré, pero escucha, necesito que nos veamos antes, tenemos que hablar.

Un alfa sin suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora