Un alfa sin suerte

5: "Luces, musica y un pelirrojo"

Pensar en la terquedad de ese pelirrojo lo estresaba y causaba un conjunto de emociones que no le gustaba, él era alguien simple que no se pensaba muchos las cosas antes de hacerlas, pero ahora debía hacerlo para encontrar la forma en que Harry dejara de tenerlo en la mira. Suponer que todo se iba a solucionar si le aclaraba las cosas ese día en el auto, amigo, a veces sí que se pasaba de iluso. Él responsabilizaba a su positivismo, todo lo que estaba pasando era culpa de esa parte de su personalidad.

Cuando intentó decirle a Harry que no se hiciera esperanzas con algo que no iba a suceder, el chico le interrumpió aclarándole que no le servía de nada intentar que las cosas fueran por otro camino, que al final las cosas resultarían como él quería. Y la verdad que ese día no quería discutir ni recibir quejas sobre sus servicios, por lo que decidió dejarlo pasar, creyendo, otra vez como tonto, que el omega se olvidaría de eso y lo dejaría en paz.

¿Realmente podía ser tan ingenuo?, era como esperar que la lluvia dejase de caer solo porque no quería que siga haciéndolo.

De eso ya había pasado otra semana, y ese fin de semana le tocaba libre, por lo que esa noche había decidió salir y disfrutar de los retazos del verano, que ya empezaban a refrescar poco a poco. Se observó en el espejo de cuerpo completo que tenía colgado en su cuarto, no era por creerse mucho, pero admitía que no se veía tan mal. Había decidido vestir todo de negro, exceptuando por una camisa blanca que llevaba abierta para dejar ver su prenda monocromática de abajo. Dejó su cabello al natural, con algunos mechones que le caían en el rostro y que no se había molestado en apartar.

Ese día saldría con Emma, con la escusa de festejar que tenía un nuevo empleo y que al parecer no lo despedirían en el primer mes, como ya le había sucedido unas tres veces. Salió de su cuarto en el momento en que el timbre sonó en sincronía con su teléfono, que le indicaba que tenía un nuevo mensaje. No se molestó en revisarlo, porque estaba seguro de que era de la misma persona que le esperaba atrás de la puerta de la entrada. Al abrirla, se encontró con su acompañante de aquella noche.

—No puedo definir con palabras lo hermosa que estas, Emma.

—Todavía es muy temprano para tus cursilerías de chico de pueblo, Jett, mínimo espera a tomar el primer trago de vodka de la noche; te lo suplico.

Tan amable como siempre, la beta se adentró al apartamento como si fuera suyo. Pero era verdad cuando dijo que ella estaba hermosa a más no poder, llevaba un estilo de corsé negro y un jean entre un tono celeste tirando al azul junto a unas botas y negras. Y a comparación de la última vez que había salido juntos, ella traía su cabello como si estuviera húmedo y sus rizos no tan formados como de costumbre.

—Oye, te doy un cumplido ¿y así me lo agradeces Emma?, Eso me hiere, hieres mis sentimientos morocha.

—Anda, perdona, que me jodió un poquito el hecho que medio me perdí intentando llegar hasta este edificio ¿Bien? —se disculpó, ofreciéndole una espléndida sonrisa—. Por cierto, que tú tampoco estás nada mal el día de hoy, campesino.

—Gracias, ¿Pero algún día dejaras los sobrenombres referidos a qué vengo de un pueblo? —respondió mientras que volvía a abrir la puerta, está vez para que ambos salieran, ya que tenía todo lo que necesitaba para poder ponerse en camino al club.

—No, ¿Qué chiste tendría entonces?, Deja de lamentarte y camina, lets go, lets go.

Siguieron conversando en el transcurso que llegaban al ascensor, y al estar allí y ver como las puertas se cerraban, suspiró relajándose, hace bastante que no salía a divertirse. Esa noche habían decidido aprovechar las conexiones de Emma para entrar a un club algo exclusivo, ella había dicho que un amigo suyo pagaría por todo lo que ellos dos consumieran, simplemente por qué le debía un favor.