8: "Entre la razón y el instinto"

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Lo sucedido aquel día en el auto con Harry, había marcado una diferencia en el trato que se tenían mutuamente. Poco a poco, él ya había empezado a soltarse más con la presencia del menor, a hablar más tranquilo y confiado. Harry..., Harry solo había entendido que no era necesario que todo el tiempo le estuviera diciendo que lo estaba tratando de conquistar o cosas como esas.

Pero había comprendido algo sobre ese Omega, lo que no decía, lo mostraba con acciones. Y eso no le habría costado de ignorar si estuviera en otra época del año, por ejemplo, una en que su celo estuviera a más de dos semanas de distancia. Y es que a pesar de que ya estuviera un poco más cómodo con la constante presencia de Harry en su día a día, seguía mantenido cierta distancia con él.

Era consiente que a veces su amabilidad se confundía con otras intenciones, y no quería ilusionar al pelirrojo para que al final se diera cuenta de que nada era como él creía.

Eso sería ser cruel, y tú no eres cruel, eres Jett, amable, alfa Parker.

Y ahora, se encontraba en el tercer y último piso de la mansión de los Foster, lugar que jamás creyó poder pisar. Al parecer, esa parte de la casa eran oficinas, habitaciones con libros viejos, telas guardadas, o diseños antiguos de la galería Maxie. Y estaba allí como perchero humano, pues Harry apilaba diferentes conjuntos olvidados en sus brazos, sin piedad alguna.

-Joven Harry...

-¡Harry, querido Jett!, Así como tú le insistes a Nathan que no te llame joven, tampoco lo hagas tú conmigo -advirtió distraído, ya casi no lo podía ver por culpa de la cantidad de ropa que tenía en sus brazos.

-Harry ¿Tardará mucho más? -cuestionó esperanzado a que dijera que ya habian terminado.

Al parecer, parte de haber aceptado como trabajo extra ser el guardaespaldas de Harry, implicaba el tener que estar en todo momento, hasta que el menor decidiera darle un descanso o lo llamara don Nathan para que llevara a algún miembro de la familia a algún sitio.

-Jett, si quieres tira algunas de la prendas al piso, estás cosas no valen el suficiente dinero como para llorar si alguna se ensucia.

Tomaba esa respuesta como que un sí, que eso tardaría mucho más.

-No me importa estar cargando todo esto, pero no entiendo que está buscando.

No obtuvo una contestación, porque Harry se había vuelto a sumergir en entre todos los percheros de la habitación, buscando la prenda destinada que aún no aparecía. Notó que además de todo lo que él tenía sobre sí mismo, el suelo de ese cuarto ya estaba hecho un desastre a ese punto, pues llevaban más de una hora allí. Decidió hacer caso sobre tirar las prendas al suelo, pues realmente dudaba mucho que se ensuciaran.

Y nada más lo hizo porque se estaba empezando a sentir algo mal. Sabía la razón detrás de ello, eran los claros signos de que cada vez faltaba menos para que su celo llegara, tu época de estrés está llegando, lo captas, lo entiendes ¿No?.

Suspiró pasándose una mano por su cabello, el cual se había cortado un poco hace un par de días, pues ya le empezaba a molestar un poco lo largo que lo tenía. Optó por sacarse la chaqueta de su uniforme, ya que había empezado a sentirse un poco más acalorado. La dejó colgada en su brazo, mientras seguía esperando.

Ese sitio le estaba empezando a parecer sofocante.

-¡Hija de tu madre! ¡Que te habías escondido, mierda! -escuchó el grito del pelirrojo resonar por todo el cuarto, para luego verlo aparecer de entre todas las prendas colgadas, haciéndose paso entre ellas- Guapo Parker, necesito tu opinión ¿Qué tal me veo?, Se sinceró, lo pregunto por qué no estoy del todo convencido.

Un alfa sin suerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora