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Seo Changbin, aquel adulto joven con apariencia adolescente a los 19 años.
Un joven como cualquier otro hasta que lo conoces como Felix lo hacía.
El pelinegro tenía una habilidad que jamás fue tomada en serio a excepción de...
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Los ánimos de que hoy sería un día mejor que el anterior eran un hábito que Changbin ya no sabía evitar, y a su vez, no sabía cómo había desarrollado.
Después de la ducha, Seo se ponía cualquier cosa combinable, cómoda y, por supuesto, negra y arreglaba su cabello rizado echo un desastre. Bajaba a desayunar, y antes de salir, le daba un beso en la mejilla a su madre, acompañado de un "Nos vemos más tarde".
Su rutina no sonaba mal; al contrario, sonaba bastante sana y productiva para alguien de su edad, pero para él ya apestaba, aún más teniendo que soportar el odioso poder de "Ver vidas pasadas" y blah blah blah.
Le bastaba saber el nombre de la persona y tocarla para que su mente le proyectara brevemente en "flashazos" la vida pasada de la gente. "Woow, qué útil ¿Verdad?" pensaba.
Changbin había pedido antes a sus padres que lo sometieran a lo que fuera: cirugías, medicamentos, terapias, psiquiatría, pero nadie tenía la respuesta y nadie podía quitarle esta mierda. Tampoco podían intentarlo, porque no podían hacerle ni someterlo a nada si no tenían una respuesta fidedigna a su padecer.
La única que mínimamente sabía algo era su madre, quien su madre (o sea, su abuela) había tenido la misma historia. Al parecer, lo heredó de ella o algo así. Esa mujer vivía a solo unas calles de su casa; aún así, casi no la visitaba, porque cada vez que lo hacía, no podía hablar ni un poco de su habilidad, o de lo contrario, le daría el sermón de siempre de que "su momento de utilizar su bendición llegaría y que no debía menospreciar este regalo de la vida." En sus adentros, solo podía pensar "Pues ojalá el universo te escuche, Ela, porque estoy harto de esta innecesaria porquería."
"Ver las vidas pasadas de la gente" no se veía como una maldición; hasta podría resultar interesante. Lo sería si la gente no tuviera las vidas pasadas más jodidamente aburridas en el mundo. A Changbin no le interesaba nada en ellos, no le servía de nada saber cómo fueron antes, porque la gran mayoría (por no decir todos) eran muy diferentes actualmente.
En su preparatoria, Seo Changbin era bastante irrelevante; la gente tenía la opinión correcta de él, a su parecer. "Muy ruidoso pero muy respetuoso con maestros y chicas" era la opinión más popular, acompañada de "Tiene bastante presencia escénica, le iría bien en esa industria", refiriéndose a una vez que bailó y rapeó en un show el año pasado, a muchos les gustó. A pesar de no ser un completo desconocido en la escuela, no se juntaba con mucha gente tampoco; su mejor amigo era Jisung, un chico de otra clase que conoció en 1er grado gracias a que, siendo el Jisung distraído que ha sido siempre, derramó café en su camisa, a lo que se ofreció a ayudarle con tareas de literatura una semana como disculpa, completamente innecesaria, pero que aceptó, porque todo lo que tiene que ver con literatura, poemas y eso se le daba fatal. Eso hizo que se hicieran amigos rápidamente. También de Chan, un chico que conocía de JYPE y descubrió que iban a la misma preparatoria.
Las vidas pasadas de Jisung no fueron muy emocionantes; solo tuvo 3 antes de esta: había sido un doctor frío en Seúl, un pescador humilde a las afueras de Kioto, y un padre de familia muy dulce. ¿Y ahora? Pues...era Han Jisung. Las de Chan tampoco eran la gran cosa, hasta daba pereza mencionarlas.
