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Seo Changbin, aquel adulto joven con apariencia adolescente a los 19 años.
Un joven como cualquier otro hasta que lo conoces como Felix lo hacía.
El pelinegro tenía una habilidad que jamás fue tomada en serio a excepción de...
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Y así fue. El mundo es muy pequeño, y el Internet lo hace aún más. Con solo saber el nombre de la madre de Felix, sus características físicas y otro par de cosas más, Changbin pudo encontrarla en pocos meses.
La mañana siguiente al hayazgo, Changbin repartió múltiples besos en las mejillas de Felix, intentando desesperadamente despertarlo, la emoción por ver la reacción de Felix lo consumía.
Felix rió ronco ante el gesto con el que su esposo recibía su mañana. Changbin casi se derrite.—Buenos días, Binnie.—Felix sonrió, aún con los ojos cerrados, cerrando su mano en un puño y frotándola contra uno de ellos. —¡Buen día, cielo!—Changbin siguió besando a Felix por todo el rostro hasta que este se sentó en la cama, riendo. —¿Qué te tiene tan feliz? —Oh, no es nada. Solo quería que te cambiaras y me ayudaras a elegir que ponerme para conocer a mi suegra, es todo.—Changbin alza los hombros, con una sonrisa ladina acompañando su tono presumido y sarcástico. —¿¡Qué!?—Los ojos de Felix se abrieron de par en par, iluminados. —Te lo explico en el camino.
*** Tal y como Changbin se lo había pedido, Felix le ayudó a elegir su atuendo, era un día especial y quería causar una buena impresión.
La opción final fue una linda camisa negra de cuello V, pantalones del mismo color y botas de cuero negras, el cabello planchado. —¿Estás listo, Bokkie-ah?—Changbin gritó a su esposo, quien estaba en la habitación, mientras él se terminaba de arreglar el cabello frente al espejo del baño.
Felix, sin decir palabra, se posó frente a la puerta del baño. Changbin no pudo evitar entre abrir sus labios, cada día se enamoraba más...¿eso era posible? Su corazón latiendo con rapidez, el dolor ahí, pero era tolerable
Felix llevaba una camisa blanca, pantalones holgados negros, y una chaqueta Louis Voutton del mismo color. Una bolsa de la misma marca colgaba de sus lindos brazos, mientras que su dorado cabello estaba atado en una coleta.
Changbin lo rodeó por la cintura y tomó sus labios entre los suyos frenéticamente. —Vamonos ya.—Rió el pecoso.
Antes de entrar al coche, Felix miró hacia el otro lado de la calle por pura inercia, y le pareció ver algo. A alguien, que definitivamente no quería ver. Una cabellera pelirroja que no extrañaba nada.
En el auto, Felix decidió poner música para distraerse de lo nervioso que estaba, mientras Changbin le hablaba del como la había encontrado.
Después de varias semanas de búsqueda exhaustiva, Changbin finalmente encontró el paradero de la madre de Felix. Descubrió que ella vivía en un pequeño pueblo en las afueras de la ciudad.
