CAPITULO CINCO - LAURA

5 2 0
                                    

27 de diciembre del 2018

Este año me han encantado todos los regalos de Papa Noel. En casa siempre nos hemos regalado por Navidad. Mi madre decía que así teníamos tiempo de disfrutar los regalos antes de que empezaran las clases.

Mi abuela y mi tía me regalaron ropa, libros y dos discos de vinilo, los cuales podré escuchar en el tocadiscos que me regalo Rafael por mi cumpleaños. Me he aficionado a escuchar la música en discos y toda mi familia lo sabe.

La sorpresa de mi hermano fue la mejor. No sé cómo lo ha hecho, pero el edificio ya está terminado. Bueno, todavía falta acabar el gimnasio y el laboratorio de la última planta porque le han dado el permiso hace poco. Hasta hace unas semanas estaba esperando a que aprobasen la última modificación del proyecto.

El jardín también está sin terminar todavía, no obstante, nuestro piso está totalmente equipado y podremos mudarnos a principio de año. He venido a pasar las fiestas navideñas con mi hermano, mi abuela y mi tía a su casa, por lo que podré verlo cuando regrese después de Reyes.

Mi abuela está mucho mejor que la última vez que la vi hace unos meses. La muerte de mi madre le afectó mucho, lo normal, ningún padre debería sobrevivir a sus hijos. Lo mejor es que va mejorando poco a poco.

Jacobo me regaló una camiseta y una enciclopedia de cocina asiática. La enciclopedia me encantó, sin embargo, la camiseta es increíble. Le había grabado un lema: "Mi mejor amigo está buenísimo y mi novio cañón, aparta zorra". Cuando mi abuela me la vio puesta, se le quedaron los ojos a cuadros.

Aún no ha conocido a Jacobo, pero no entiende eso de que esté viviendo con un amigo mientras reforman el piso. Dice que ella no es tan moderna, pero respeta que los jóvenes tenemos otra forma de ver la vida. Yo le he explicado que Jacobo y yo solo somos amigos y creo que después de leer lo que pone la camiseta se lo ha terminado de creer. Lo que la llevo a preguntarme quién es el novio que está cañón y por qué no lo conoce todavía.

Yo no sabía qué decir, así que mi hermano salió al rescate cuando se dio cuenta lo que me incomodaba la situación y le dijo que me dejara tranquila y que no me agobiase, que ya venía muy poco a casa y que, si no me dejaba en paz, seguro que vendría mucho menos.

También me llegó un regalo de Rafael. El regalo, lo llamaría él. Imagino que supuso que vendría a casa de mi abuela a pasar estas fiestas. Me regaló un curso de jardinería. Muy apropiado para nuestro nuevo apartamento. El curso no es online, sino que tendré que ir todos los sábados por la mañana a unos huertos cerca de donde está el piso. Conociéndolo, lo que quiere es que me relacione con gente diferente. Siempre pensando en todo.

Lo que me fastidia es que yo no le puedo hacer ningún regalo. Debería de tener un sitio donde, por lo menos, le pueda enviar un correo electrónico o una carta. Nuestra comunicación es solo en una dirección y encima muy escueta, solo los regalos de mi cumpleaños y ahora el de Navidad.

***

A las seis de la tarde mi hermano y yo estamos intentando hacer una receta coreana para la cena que sale en la enciclopedia que me ha regalado Jacobo. De repente, alguien toca el timbre de la puerta y Santiago va corriendo a abrir.

- Pase, no se quede en la puerta – le ofrece mi hermano a entrar.

- En realidad, no quiero molestar. Solo quería estar seguro de que están todos bien – le responde una voz adulta masculina.

- No es ninguna molestia y le presentaré a mi hermana. Estamos en la cocina jugando con lo que nos dejó Papa Noel – le explica Santiago cuando entran en la cocina.

- ¡Hermano! – interrumpo, molesta – estamos cocinando, no jugando.

- Sí, lo que tú digas – me contesta sonriendo – Laura, este es el contacto de la policía que nos ayudó cuando te secuestraron.

ÍNGRIMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora