CAPITULO DIECINUEVE - LAURA

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5 de abril del 2019

Todo ha salido mejor de lo que esperaba. Ahora sí que puedo disfrutar de mi compromiso sin sentirme culpable por mi tía o mi abuela. Tendré que darle la razón a Rafael. El no avisarme de esta reunión ni decirme que sus padres iban a estar allí, me ha ahorrado algunas noches en vela. Seguro que me hubiese vuelto loca, presa de los nervios, y le hubiese hecho la vida muy difícil a todos los que estuviesen conmigo, incluido a mi futuro esposo.

- ¿Me amas y quieres vivir el resto de tu vida conmigo? – le pregunto, cuando pone la música para que los chicos atrás no escuchen nuestra conversación.

- Yo dije que nos amamos, en plural, nosotros – me responde mientras me pica un ojo, un gesto que ha copiado de Jacobo, y coge mi mano y la pone en la palanca de cambios antes de poner la suya encima.

- A pesar de que al principio me enfadé un poco, sé que lo has hecho para hacerme la vida más fácil. Siempre te cargas tú solo con nuestros problemas, pero lo has hecho genial. Si hubiese sabido todo esto, me hubiese muerto de los nervios.

- Lo sé, princesa, y quise ahorrarte ese mal trago – me dice mientras toma mi mano y me la besa para ponerla otra vez encima de la palanca de cambios.

- Gracias, Rafael, ha sido precioso. A mi tía le costó un poco asimilarlo, pero tus padres se veían muy felices.

- Ellos siempre han sabido que solo te puedo querer a ti. Se quedaron un poco confundidos cuando te quejaste de la falta de sexo en tu vida, pero te conocen desde hace tiempo y saben de tu vena gamberra.

- ¡Qué vergüenza, Rafi! No sé cómo siempre acabo diciendo lo primero que se me pasa por la cabeza. Es como cuando nos atacaron en el rocódromo y lo primero que se me ocurre decirle a Jacobo es que por la mañana estaba disfrutando de sexo oral y por la tarde en peligro de muerte – Rafael no puede evitar reírse estrepitosamente.

- ¿De verdad le dijiste eso? Pobre Jacobo, seguro que hasta para él era mucha información en un momento como aquel – me dice todavía entre carcajadas.

- Sí, aunque después, hablar del tema, nos distrajo de la pelea – recuerdo ese día.

- ¿Hablar del tema? – arquea las cejas Rafael.

- Bueno, ya sabes, Jacobo nunca lo ha hecho, aunque se lo han hecho a él.

- No quiero saber los detalles, Laura, de verdad que no me interesa – me dice Rafael incrédulo.

- Tampoco hay más detalles, solo eso, a los dos no los han hecho, pero nosotros no lo hemos hecho.

- Laura, ese tema es muy sensible para hablarlo ahora. Hace tres semanas que no te veo, no te olvides – intenta que lo entienda.

- A lo mejor, eso de que no lo he hecho, puede cambiar esta noche – lo provoco.

- Estás jugando con fuego – me amenaza.

- Yo quiero quemarme – le digo mientras me lo como con los ojos.

- A la mierda el límite de velocidad – dice pisando el acelerador a fondo.

***

En cuanto llegamos al hotel, Rafael nos informa de que ha reservado en el restaurante una mesa para los cuatro, pero que aún falta una hora. Nos recomienda que descansemos y que nos veremos allí en cincuenta y cinco minutos. Sonríe a mi hermano y a Jacobo, sin dejarles opinar al respecto, me agarra la mano y casi tira de mí hasta llegar a nuestra villa.

- Tengo la camisilla debajo de la camisa – intenta volverme loca.

- ¿Me estás proponiendo algo indecente? – le pregunto juguetona.

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