CAPITULO QUINCE - LAURA

2 2 0
                                    

                                            15 marzo del 2019

Rafael me pide que espere en el coche cuando dejamos a mi hermano y a Jacobo en la casa del Peludo. Yo hago tiempo, sentada en el asiento de copiloto y buscando entre la música de Jacobo. Antes de que pueda elegir que escuchar, aparece Rafael, vestido con camisa y chaqueta. Hasta se ha puesto colonia y yo estoy tan nerviosa que no puedo mantener la mirada.

- ¿Estás bien, Laura? – me pregunta.

- Estoy un poco nerviosa -admito.

- ¿Nerviosa? Pero si estamos solos, tú y yo, como siempre – se sorprende, sin entender por qué me pongo nerviosa cuando es solo él, el que saldrá conmigo.

- Bueno, como siempre, no. Parece que es nuestra primera cita – le contesto.

- ¿Y te apetece ir a algún sitio especial en nuestra primera cita? - me pregunta con esa voz dulce que suele utilizar solo conmigo.

- Seguro que tienes algo en mente – le digo tímida.

- Sí, tenía pensado ir a patinar a una pista de hielo que se encuentra muy cerca y no cierra hasta media noche. La última vez que patinamos juntos fue cuando fuimos con el colegio. ¿Te apetece? - me pregunta haciéndome recordar ese día y lo bien que me lo había pasado.

- Claro, mientras estemos juntos – le contesto sonriendo.

***

Por el camino casi no hablamos. Rafael intenta relajar el ambiente, pero creo que él está tan intranquilo como yo. No entiendo por qué, de repente, los nervios se apoderaban de mí, hemos estado muchas veces solos y, últimamente, hasta hago lo imposible para que eso suceda. Ahora parece que todo lo vivido anteriormente es un sueño y solo estamos Rafael y yo y nuestra primera cita.

Cuando llegamos a la pista de patinaje, Rafael está mucho más tranquilo. Alquila dos pares de patines, me ayuda a ponérmelos y empezamos a patinar. En cuanto lo veo en la pista, como el Adonis que es, también empiezo a serenarme. Después de cinco minutos haciendo los tontos en la pista volvemos a ser Rafael y Laura.

Rafael sabe patinar como un profesional, algo que no me sorprende en absoluto. La última vez que lo vi con unos patines en los pies no se le daba muy bien, aunque mantenía el equilibrio. Patinamos al ritmo de la música que suena en toda la pista, al igual que docenas de parejas que también han decidido pasar el sábado por la noche en la pista de patinaje.

- No pensaba que patinases tan bien – me sincero.

- Tuve que aprender diferentes métodos de huida, entre los que se encontraba el patinaje y el esquí. Imagino que mi madre creía que me perseguirían en Groenlandia – me cuenta mientras me regala una de sus sonrisas.

- Tu madre hizo muy buen trabajo – le digo y le devuelvo una sonrisa también.

- Al principio fue muy duro, mucho más de lo que te imaginas. Pero agradezco que, al estar tan ocupado, esto evitase que tuviese tiempo para reflexionar. Cuando me enteré lo que les había pasado a tus padres, el sentimiento de culpa no me dejaba ni respirar – me dice con el semblante serio.

- ¿No lo supiste cuando te fuiste? – me sorprendo, todo el mundo en el pueblo lo hizo el mismo día.

- No, no me enteré hasta dos meses después de habernos ido. Al principio me sentía culpable por no haberme despedido de ti. Había planeado todo para darte nuestro primer beso en la fiesta de mi cumpleaños y el no saber lo que hubiese pasado de habértelo dado, me quitaba el sueño.

ÍNGRIMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora