CAPITULO DIECISÉIS - RAFAEL

3 2 0
                                    

                  17 marzo del 2019

Cuando llego a la finca, verifico que todo está como lo dejé. Dos de los chicos están en el huerto y los otros dos hablan con Tomás y Marcos por fuera del cuartel general. Al verme, Tomás y Marcos, se acercan a recibirme.

- Manu, llegaste conforme al plan – me dice orgulloso Marcos.

- Ya te lo dije, yo siempre cumplo con el plan. Pero tengo que pedirte un favor. Necesito salir tres o cuatro días dentro de tres semanas.

- Ni lo sueñes. Te dejé salir esta vez porque era tu cumpleaños – me contesta enérgicamente.

- Me caso en septiembre – dejo caer la bomba.

- ¡¿Qué?! – se sorprendieron todos.

- Le he pedido a mi novia que se case conmigo y me ha dicho que sí – les explico lo mejor que puedo.

- ¿Pero tú no eras virgen? – Tomás no da crédito a lo que le acabo de contar.

- Y lo sigo siendo, amigo, no obstante, quería empezar mi vida a lo grande cuando saliésemos de aquí – me excuso por mi repentina boda.

- ¿Salir de aquí? Si entras y sales cuando te da la gana. Además, ¿quién se casa antes de los veinte en el siglo XXI? – se queja Marcos.

- Es la primera vez que veo a mi novia y te pedí permiso a ti y a su familia. Creo que me conoces lo suficiente como para saber que no corro riesgos innecesarios – intento que me entienda.

- Lo sé, como también sé, que, si no te doy permiso, vas a hacerlo de todas formas, porque, posiblemente, pienses que lo que tengas que hacer es tan importante, que te da inmunidad ética ante las normas que dejas de cumplir cuando desapareces – me contesta Marcos que ya empieza a comprenderme.

- Conoces muy bien a las personas, Marcos – me sincero.

- Es un don que tengo, aunque a ti no termino de comprenderte. Parece ser que con las personas como tú tendré que encontrar otras formas para conoceros – me dice un poco sarcástico Marcos.

- Pues yo nunca imaginé que te decidieras a casarte tan pronto. Todavía no has vivido lo suficiente y no sabes lo que te aguarda la vida – me dice Tomás.

- Si de algo estoy seguro es de que querré a esta chica el resto de mi vida y no habrá nada en el mundo que me haga cambiar de opinión – le digo con una sonrisa de bobo en la cara.

- Pues quédense aquí charlando. Los chicos te han preparado un almuerzo suculento. Pero tienes que darnos unos quince minutos. Así que ni se les ocurra aparecer por el cuartel general – nos ordena Tomás.

- ¿Me habéis preparado un almuerzo? – me sorprendo.

- Era lo mínimo que podíamos hacer, cuando se comieron toda la comida que dejaste preparada para estos días. Este fin de semana han comido como cerdos – se queja mi amigo antes de dejarnos a Marcos y a mí a solas.

- ¿Te has pensado lo de la propuesta que te hicimos? – le pregunto a Marcos.

- Lo he reflexionado, pero aún no me he decidido – me contesta serio.

- No te decides porque no quieres cambiar de vida, ¿verdad? ¿Tu familia te apoyaría en el cambio? – le pregunto interesado.

- En realidad, no tengo vida ni familia. Era hijo único y mi padre murió cuando yo era un niño. Me crio mi madre, sola, pero ella también se fue – me cuenta pensativo.

ÍNGRIMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora