CAPITULO VEINTIOCHO - CARLOS

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            17 de junio del 2019

No me puedo creer que Rafael me haya llamado y haya quedado conmigo. Me ha pedido que coja todos mis apuntes y ropa para cinco días y salga de mi piso sin que nadie se dé cuenta.

Llevo diez minutos esperando, pero también es verdad que he llegado una hora antes de lo acordado a nuestro punto de encuentro.

- Carlos, ¿por qué has llegado tan temprano? ¿No tenías nada más que hacer? - me pregunta Rafael, más alto y más moreno que antes.

- Hola, Rafael, cómo me alegro de verte. Si te digo la verdad iba a estudiar, pero estaba tan nervioso, que no podía concentrarme – le contesto con total sinceridad.

- Pues, sígueme. ¿Les dijiste a tus padres que ibas a estar incomunicado estudiando esta semana? – me pregunta en voz baja.

- Sí, como me dijiste – le respondo en el mismo tono.

- ¿Y el teléfono? – me interroga.

- Lo apagué y lo dejé en mi piso.

- Súbete a este coche, es el mío – me pide.

- ¿Tienes carné? – me sorprendo.

- Sí, ya tengo diecinueve.

- Es que la última vez que te vi, ibas en bici, aunque de eso hace ocho meses. ¿Qué has estado haciendo? ¿Dónde te has metido? - le pregunto curioso.

- Carlos, te voy a ayudar a aprobar todas las asignaturas que tienes pendientes de este curso, pero a cambio, te voy a pedir un favor – dice muy serio.

- Claro, Rafael, lo que quieras – le digo agradecido.

- No me preguntes nada ni cuentes nada a nadie de lo que sepas de mí y, por favor, tampoco intentes averiguar nada de mi vida. Actualmente, estoy en una situación delicada y necesito que esto quede entre tú y yo. Y ni una palabra a nadie de que he estado aquí.

- ¿Ni a Laura? – me extraña.

- Cuando veas la próxima vez a Laura, posiblemente, yo la haya visto primero, por lo que solo a ella le puedes decir que estudiamos juntos, que vamos a aprobar todo y que soy el chico más guapo del instituto – me dice con una sonrisa.

- Sigues pillado por ella, ¿verdad? – siempre se le ha acercado demasiado, siempre la ha mirado de una manera distinta que a los demás, está claro que lo que siente por Laura es muy intenso.

- Claro, amigo, aunque eso ahora es secundario. La prioridad es aprobar.

- Ya he dejado dos exámenes – le digo yo sin entender que quiere de mí realmente.

- De eso nada, he llegado a un acuerdo con la directiva del instituto y de aquí al viernes nos vamos a examinar de todos los exámenes que has dejado pendientes y de uno que has suspendido, pero tranquilo, el examen lo puedes dar por desaparecido, todo arreglado.

- ¡¿Lo dices en serio?! – no puedo salir de mi asombro.

- Claro, con los estudios no se bromea – me responde, picándome un ojo.

***

Cuando llegamos al piso, instala unos aparatos y me dice que estaba verificando que estemos libres de micros y sistemas de escuchas. Está un poco paranoico, sin embargo, no puedo objetar nada, me está ayudando y yo no tengo ni idea que le ha pasado en los últimos meses.

Después me deja solo y me dice que regresará en quince minutos y que me vaya poniendo cómodo.

El piso es amplio y luminoso, aunque está lejísimos de la zona de estudiantes. Por lo menos tiene una parada de tranvía en frente, que nos lleva directamente a una calle muy cercana al instituto. Tiene tres habitaciones, una cocina, un salón y un baño. Una de las habitaciones está cerrada con llave, por lo que entiendo que es el cuarto de Rafael, otra tiene una cama, un armario y una mesa de noche y en ella coloco mi ropa. La otra tiene una estantería y una gran mesa con un microscopio y muchos libros y apuntes.

Con cuidado coloco mis apuntes y libros en la mesa para no desordenar lo que ya está encima de ella. He traído todas las asignaturas que me pidió Rafael y, aunque me gustaría creerle, sé que es imposible que esta semana apruebe todo. Pensaba trabajar todo el verano, pero voy a tener que estudiar más de lo que había planeado.

Cuando termino de instalarme, me dirijo a la cocina. La nevera está llena y los armarios también. Por lo que puedo comprobar, Rafael ha hecho la compra para toda la semana, así que ha planeado no salir de aquí.

¿Cómo habrá convencido a la directiva del instituto para que hagan una excepción conmigo? Al fin y al cabo, yo no soy nadie y mi familia es, posiblemente, la menos importante de todos los alumnos. Sí, Laura y yo hacemos cosas juntos de vez en cuando, pero hasta donde yo sé, ellos no se ven desde hace meses.

Estoy buscando un significado a todo esto, cuando escucho que Rafael regresa.

- ¿Te has instalado? – me pregunta.

- Sí, el piso está genial y preparado para estudiar toda la semana.

- Solo vamos a salir de aquí para los exámenes y luego de vuelta. Yo tengo que hacer algunos más que tú, pero como los haré más rápido estaremos el mismo tiempo en la sala para examinarnos. Nos han habilitado una sala cerca del instituto para no tener contacto con nadie.

- ¿Te puedo hacer una pregunta? – le pregunto con timidez.

- Claro, Carlos, lo que quieras, mientras no suponga un problema para nuestro trato.

- ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Por qué te preocupa que apruebe o no? No nos vemos desde principio de curso.

- Pero la última vez que te vi, necesitabas ayuda y me gusta ayudar a los que lo necesitan y se lo merecen – me responde con sinceridad.

- Sigues siendo tan buena persona como recordaba – le digo con el corazón en un puño y a punto de echarme a llorar.

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