CAPITULO DIEZ - JACOBO

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14 marzo del 2019

Hace meses que no comía tan bien. La Yaya cocina genial, pero Rafael sigue siendo el mejor con diferencia. A mis padres se les ve muy orgullosos de que Rafael se encuentre en su casa con nosotros, se sienten parte de la familia que estamos formando los tres o mejor dicho los cuatro, porque Santiago está tanto con nosotros, que casi parece que vive en nuestro apartamento, en el cual, no solo se queda casi todos los fines de semana, sino muchos días entre semana.

- Ni siquiera tenemos tarta para tu cumpleaños, Rafael. No he tenido tiempo para preparar nada - se queja mi madre.

- No te preocupes. Nosotros no le hemos comprado ni un regalo – ahora es Laura la que se protesta.

- Pues aún me podéis hacer un regalo, todavía estamos a tiempo. Al fin y al cabo, faltan dos horas para que se acabe el día – nos ofrece Rafael, que siempre tiene algo planeado.

- ¿Y qué tienes en mente, cuñado? – le pregunta el pequeñajo curioso, que también lo conoce.

- A diez minutos caminando de aquí hay un bar de música española. También es Karaoke los fines de semana y lo mejor es que tienen inhibidores de frecuencia, además de que los móviles están estrictamente prohibidos. Eso significa que mañana no tengo que borrar mis fotos si aparezco en las redes sociales.

- ¿Buscas tus fotos cuando sales y las borras? - se extraña Laura.

- Claro, nadie sabe cómo soy ahora, pero prefiero que mi foto no esté libremente dando la vuelta al mundo – contesta Rafael como si fuese lo más normal del mundo.

- Ya sé que cuanto menos sepamos mejor – intervengo – pero yo me quedaría más tranquilo sabiendo que estás protegiendo al hijo del primer ministro de Guatemala y que no has matado a nadie.

- ¿Qué pregunta es esa, hermano? Sabes que siempre he sido de los buenos.

- Cuando todo esto acabe, ¿me lo contarás? - le pregunto.

- Claro, Jacobo. En unos meses volveré y hablaremos de todo lo que no te enteres por los periódicos – me dice con una sonrisa sincera.

- Yo creo que si queréis ir al karaoke, tenéis que salir ya y dejar los secretos como lo que son, secretos. Nosotros recogemos la cocina. Idos y pasáoslo bien – nos recomienda mi padre.

***

Cuando llegamos al local nos revisan de arriba a abajo. Rafael tiene razón, los móviles están estrictamente prohibidos y tenemos que apagarlos. Cuando entramos están bailando varias parejas en la pista de baile que está delante del escenario y tres chicas cantan Vaina loca de Ozuna y Manuel Turizo.

Un señor de unos cuarenta años y con una tarjeta de empleado en la camisa, nos pregunta si alguien sabe tocar la guitarra antes de poder llegar a la barra para pedir algo para tomar.

- Por supuesto, ella la toca muy bien – le contesta Rafael mientras mira a Laura.

- ¿Te apetece salir en diez minutos? - le pregunta el trabajador.

- No puedo. No toco una guitarra delante de alguien desde hace cuatro años – le contesta Laura avergonzada.

- Será divertido, Laura, además, no te pueden grabar, así que si lo haces mal y nos reímos, mañana puedes negarlo todo, no habrá pruebas – intenta convencerla Rafael.

- ¿Y por qué no lo haces tú? - le desafía su novia.

- Vale, pues nos vemos dentro de un rato, princesa, pero vosotros salís después - dice Rafael sonriendo.

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