CAPITULO VEINTICUATRO - LAURA

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          7 de abril del 2019

El fin de semana ha estado genial, pero ahora que llega a su fin, no puedo evitar que la tristeza me invada. Mi hermano se acaba de ir y nosotros ya hemos metido las maletas en el coche. La sorpresa es que Rafael se viene con nosotros hasta una gasolinera que se encuentra cerca de donde vivimos, me alegró un poco, pero sigo sintiendo esa presión en el pecho por saber que no lo volveré a ver en meses.

- ¿Seguro que no te traerá problemas que nos acompañes? – le pregunto mimosa.

- No, princesa, hasta mañana no voy a llegar a mi destino y nunca digo una hora exacta. Si os acompaño o no, no retrasará mucho mis planes. El poder estar contigo unas horas más, es lo único que quiero ahora mismo.

- ¿Crees que podemos ir los dos detrás? Prometo comportarme como una dama.

- Claro, hablaré con Jacobo – me dice antes de darme un beso en la mejilla.

Rafael me abre la puerta del coche para que me suba y va en busca de su amigo, que está hablando con uno de los chicos que habían pintado ayer con ellos un grafiti. Parece ser que trabaja en el hotel uno o dos días a la semana.

Santiago me ha enseñado el grafiti que han hecho, aunque me dejó claro que en realidad era de Rafael. También me contó cómo Rafael resolvió el pequeño incidente que tuvieron, como siempre, de una forma muy civilizada, aunque la opinión de mi hermano, cuando Rafael está involucrado, no es objetiva. Siempre se le ha notado la adoración incondicional que siente por él y que Rafael lo respete tanto con todo lo relacionado conmigo, no ha hecho, sino hacer que su veneración aumente.

Cuando mi novio termina de hablar con Jacobo, lo deja allí y se dirige de nuevo hacia el coche donde yo estoy. Saca una manta y unos cojines del maletero y se sienta a mi lado.

- ¿Te vas a comportar como una princesa? – me suplica.

- Sí, te prometo que, aunque pusiera todo mi empeño, estoy agotada.

- Eso no es lo que me dijiste esta mañana – me dice en un tono juguetón.

- Pues que sepas que ya lo estaba, aunque tú también tienes mil formas de convencerme – le contesto coqueta.

- Estos meses se me van a hacer eternos – dice triste.

- A todos nosotros. No es justo que solo contactes con mi hermano – me quejo.

- Es que es el único que es del todo seguro. Aun así, te enviaré alguna carta, como te prometí, sin poner en riesgo nuestra seguridad, pero no esperes muchas, solo puedo salir una vez al mes y a veces no me da tiempo de nada – me recuerda.

- Seguro que Santiago se pondrá celoso. Siempre le has caído muy bien, pero ahora te has convertido en su figura paterna.

- ¿Paterna? Yo pensaba que era el puto amo – bromea.

- Ya sabes que siempre estás pendiente de todos y, para más inri, lo has protegido en más de una ocasión. En casa solo hay chicas y tengo que dar las gracias a que te tiene a ti. Si se llevase por Jacobo sería una locura. Ya sabes que, el peludo, es muy buena persona, pero sigue con sus arrebatos. Tendrías que vernos cuando vamos al centro de belleza. Lástima que lo vayan a cerrar.

- ¿Lo van a cerrar? ¿El que está en tu barrio? - se sorprende.

- Sí, ya sabes que desde que el mercado se ha inundado de oferta asiática, se ha hecho cada vez más difícil sobrevivir para los centros tradicionales. Es una pena, porque ahora es nuestro barrio – le cuento.

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