Koi no Yokan - parte 1

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«Tengo la manía de creer que todos mis destinos van directo hacia ti»

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Clark Reed.

No dijimos nada. Solamente me abrazó, en silencio, y sentí como todo mi caos se desvanecía en el cariño sincero que ella me entregaba.

Desde que nos conocimos Ángela había sido mi freno de mano, la única persona que sabía cómo ayudarme en mis colapsos y también la única persona que sabía de ellos.

Luego de estar allí alrededor de media hora nos pusimos de pie y empezamos a caminar hacia la cabaña. La película ya debía haber terminado, era hora de la última actividad del día. El concierto.

El ambiente estaba frío y ya casi iba a anochecer. Caminar por el bosque tan tarde era muy relajante. Las ramas crujían por nuestras pisadas, el silencio era perfecto, el tono gris del lugar me gustaba. Compenetraba bien conmigo.

— Deberías volver a hablarle.

No la miré, en realidad la ignoré.

Sabía que se refería a Rose y quizá tenía razón pero ¿a quién le interesa la razón? daba igual quién la tuviera. Luego de estos tres días todo acabaría, intentar crear un lazo de amistad, o lo que sea, no tenía sentido.

— He visto cómo la miras — comenzó a hablar —. Ella te hace reír mucho más que cualquier otra chica sin siquiera intentarlo y eso lo sé porque te he visto hablando con otras.

Sonreí al recordar todas esas veces que alguna chica intentaba algo conmigo y Ángela llegaba a decir que era mi novia o hermana. No era por celos, era porque yo mismo se lo había pedido para así evitarme el tener que rechazarlas.

Y es que después de lo que sucedió nada me apetecía, no lograba sentir nada por ninguna chica más que apetito sexual y en realidad hasta eso me aburría. Simplemente me sentía inservible, muerto y sin ganas de nada, ese fue el efecto de enamorarme por primera vez.

Ángela veía como sin importar lo guapas que fueran las chicas a mí nunca me interesaban... y lo sé. Sé que, de una forma que no entiendo, Rose me interesa más de lo que soy capaz de admitir.

— No puedes andar por la vida escapando de cada persona que te haga tener algún tipo de sentimiento, Clark

— No escapo de cada persona — respondí —. Solo me alejó de ella.

— Porque ella es la única que despierta sentimientos en ti — refutó.

Solté una risa amarga.

Mentirle a Ángela no tenía sentido, me conocía demasiado bien.

— Escucha — la miré —. Si voy y le habló posiblemente me guste a tal punto que no lo pueda negar, me interese y termine esta misma noche sonriendo como un idiota por ella. Luego con suerte volveremos a hablar después de este magnífico retiro y en algún maldito momento inevitable tendre que superarla porque lo nuestro simplemente no va a funcionar — miré al frente —. Mientras que si no le habló me evito toda esa basura.

— Le tienes miedo a algo que ni siquiera ha sucedido, Clark — me tensé al escucharla porque sabía que tenía la razón —. Hasta ahora solo existe el presente y deberías dejar de arruinarlo por miedo a tu futuro.

Me quedé callado por el resto del camino. Lo que decía Ángela era cierto, pero en su mundo.

La verdad es relativa, el consejo que puede ser útil para alguien puede ser basura para otro y aunque quizá la mejor manera de ver la vida era como ella lo hacía yo no podía.

Pequeños, inmensos tres días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora