Bailemos - parte 1

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Mini maratón 1/2
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«Je te detruirai de la plus belle des manieres. c'est ça l'amour, je suppose»

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Clark Reed.

¿Por qué esa chica no se podía ver mal ni siquiera con la pierna vendada?

Joder es que se veía perfecta. Llevaba un vestido gris con figuras de flores –de las cuales no me sé el nombre. Quizá eran girasoles– que solo le cubría hasta las rodillas. Admito que me esforcé para no mirar sus piernas... demasiado.

Vale, a lo que venía. Solo confirmaría que estuviera bien y me iría. Nada más.

Eso, eso.

— ¿La guitarra es parte de mi snack? — preguntó, confusa.

Le puse mala cara.

— No respondo preguntas tontas — dije.

Ella puso los ojos en blanco... incluso parecía molesta ¿ahora qué demonios había hecho yo?

Dejé la guitarra y la bandeja en una mesita y busqué una silla para sentarme al lado de la camilla.

La habitación era pequeña. Solo tenía la camilla, una mesita y un espejo. También una gran ventana trás la camilla que era la que le daba luz natural a toda la habitación.

— ¿Por qué estás aquí? — preguntó.

Tomé asiento y la miré. Me esforcé por mantener mi rostro sereno pero estar solo en una habitación con Rose no me lo dejaba demasiado fácil.

— Quería saber cómo estabas — admití.

— Ah... bueno — casi reí al verla sonrojándose —. ¿Y para qué la guitarra?

— Eh... bueno — ella sí sonrió al verme así —. Primero: no te burles de mí — le puse mala cara —. Y la guitarra, pues... Cuando me siento confuso o aburrido me gusta salir en mi moto a toda velocidad solo para sentir el aire pegándome de frente... hacer lo que me gusta y se me da bien me hace sentir mejor, en realidad —. le tendí la guitarra —. Sé que tocas bien y quiero creer que te gusta hacerlo ¿quieres tocar algo para mí?

Por favor que dijera que sí...

— No — respondió tajante —. Ni loca.

— Rose — insistí.

— No cantaré para ti, Clark — dijo como si eso fuera una grandísima locura.

— Entonces canta para ti — dije —. Yo solo me quedaré oyendo.

— Nunca — dictaminó, bien decida.

Minutos después estaba afinando la guitarra para cantar. Para ella, no para mí, eh.

— Te odio — masculló, sonriendo.

— Sabes que me quieres — le devolví la sonrisa,

¿En qué momento nos habíamos empezado a llevar bien? bueno, a mí no me caía mal pero... ¿en qué momento habíamos empezado a demostrar que nos llevábamos bien?

Rose me miró seria unos segundos sin decir nada y luego bajó la mirada hacia la guitarra y sonrió orgullosa.

— Ya está — señaló la guitarra con su dedo, luego carraspeó su garganta —. Esta canción me gusta mucho... creo que es una de mis favoritas en el mundo... Se llama Luna, de 3AM. No sé si los conozcas.

Asentí ya sabiendo cuál era la canción, a mí también me gustaba.

Tremendo temazo nos iba a cantar Rose ¿eh?

Pequeños, inmensos tres días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora