Quizá - parte 2

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«¿Y qué sucedería si dejarás de tener miedo?»

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Rose Kellen.

Existen una cantidad hilarante de récords inútiles en éste mundo –récords Guinness, creo que se llaman–:El que coma más salchichas; el vídeo más largo o pequeño del mundo; la persona que ha durado más tiempo despierta... etc.

Por ejemplo yo había roto uno nuevo: Terminar dos veces en la enfermería en un retiro de la iglesia que solo dura tres días.

Estoy segura de que nadie más ha hecho tal cosa.

No tengo pruebas pero tampoco dudas.

Mi piecito estaba hinchado pero ya me habían aplicado pomadas y masajes para eso, me dolía moverlo pero era normal. Me había lastimado los tendones o algo así. Solo sé que dolía.

Rose, la experta en el campo del cuerpo humano.

En ese momento me encontraba sentada en la camilla con la espalda pegada a la pared y una sabana blanca que cubría de mis piernas hasta mi mi cintura.

No sé por qué exageraban tanto, solo era el pie y parecía que me estaban preparando para una operación quirúrgica y al mismo tiempo un exorcismo improvisado.

Bueno, yo tambien exageré un poco, pero ustedes me entienden.

— Tu mamá me va a asesinar — suspiró Frank —. ¡Y tú te vas a asesinar! — me señaló molesto.

— Creo que el termino correcto es que me voy a suicidar — le sonreí.

Él me fulminó con la mirada.

— ¿Por qué no avisaste lo de tu pie? — reprochó —. ¡Era una carrera Rose! ¡No puedes entrar a una carrera con el pie lastimado!

— ¡Si avisaba no me dejarían correr!

— ¡Y es que no debiste correr! — refutó.

— ¡Lo que te duele es que te gané! — le respondí, furiosa porque me estaba gritando.

— ¡No es mi culpa haber caído en ese hueco de piso falso!

— ¡Eso te pasa por descuidado!

— ¡La descuidada eres tú, Franshesca!

— ¡No me llames así!

— Chicos — trato de intervenir Phoebe que también estaba en la habitación.

— ¡Ese es tu nombre! — me siguió gritando el muy estúpido.

— ¡Pero prefiero que me llamen Rose!

— ¡Y yo prefiero que te calles! — demandó.

— ¡Pues te jodes!

— ¡Pues te jodes tú también, Franshesca! — el muy estúpido hizo énfasis en mi segundo nombre.

— ¡Lento! — lo insulte para que aprendiera.

— ¡No soy lento y ni siquiera sé cómo ganaste en la carrera si tú nunca habías corrido en tu vida! — espetó furioso.

Yo también estaba furiosa sin razón alguna.

— ¡Ella gano por Clark! — también gritó Phoebe.

Yo la miré con una cara tipo «¡Me exhibiste, traidora!» y Frank me miró sorprendido.

— ¿Clark? — repitió perplejo —. ¡Ese es un chisme del que no me he enterado! — chilló e inmediatamente fue y se sentó en la camilla con cuidado de no lastimarme el pie —. Infórmame — pidió con una sonrisa despampanante.

Pequeños, inmensos tres días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora