Capítulo final
«Ojala nunca hayas leído nada de lo que te he escrito, porque me destrozaría saber que a pesar de eso, no me has buscado»
—Mario Benedetti.
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Rose Kellen.«Un mes después del retiro»
Me desperté cuando sonó la alarma.
Vale, otro día más.
Cuando por fin reuní la fuerza suficiente me levanté, fuí directo a la peinadora y me miré.
Dios mío, estaba horrible.
Me pasé la mano por el cabello alborotado y salí de la habitación sin siquiera lavarme la cara...
—Buen día — saludé a mi mamá —.¿Y el mocoso?
Ella me miró feo.
—No le digas así, es tu hermano.
En otra estancia hubiera empezado un debate sobre por qué sí le podía decir mocoso pero...
No tenía ganas. Sinceramente desde que llegué a la casa en la noche final del retiro me habían faltado las ganas de todo.
—¡MAMÁ! — mi hermanito había bajado las escaleras como loco para llegar hasta la cocina con nosotras —.¡ES HOY!
Ambas reímos al notar su emoción.
En efecto, el día había llegado.
¿Recuerdan que para convencerme de ir al retiro mi mamá me ofreció un viaje a la playa?
Pues el día de la playa había llegado y mi hermanito lo sabía.
¿Lo raro?
Ya ir a la playa no me interesaba en absoluto.
No les mentiré, después de despedirnos me he sentido muy...extraña. Como si estuviera y no estuviera al mismo tiempo, como si todo se hubiera congelado desde que me alejé de él.
Cuando me fuí con mi madre no me atreví a ir para abrazarlo de nuevo para despedirme bien. No fue porque no quisiera, más bien no lo hice porque sabía que al abrazarlo de nuevo no iba a querer soltarlo.
Y debía soltarlo.
Mi madre me lo había dicho muchas veces. Si te enamoras corre.
Y es que para mí, el amor no era bueno, o sea, no lo sé, solo pensar en ello hacía que me doliera todo porque... El amor solo lastima ¿Vale?
Entonces si sé que algo me va a lastimar para qué me acercaría...
Pero por otra parte... Si estaba haciendo lo correcto al tratar de evitar crear un lazo más fuerte con Clark... ¿Por que se sentía tan mal?
¿Por qué alejarme de él me dolía tanto si se supone que eso era exactamente lo que debía hacer?
En mi rostro se empezaba a notar el cansancio por no dormir bien. Tenía ojeras y me veía más pálida de lo normal. Mi mamá me había preguntado sobre eso y le había respondido que tenía gripe. Obviamente no me había creído pero al menos fingió que sí.
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Pequeños, inmensos tres días
Novela JuvenilTener una vida normal no es precisamente malo, pero ¿Qué se hace cuando toda tu «vida normal» se descontrola por una simple sonrisa? Él es un chico que está acostumbrado a lo común, salidas con amigos, liarse con chicas para divertirse, escuchar su...