Koi No Yokan - parte 2

37 11 14
                                    

*Éste capítulo lo revise una sola vez, si encuentran algún error, no duden en decírmelo. Disfrútenlo*

«Dejame asegurarte que, con total libertad, yo decidí ser presa de tu sonrisa»

.
.
.

Rose Kellen.

Casi me dió un paro cardíaco cuando me ví abrazando a Clark en esa pantalla y al ver su rostro sé que le sucedió lo mismo, pero por alguna razón yo no podía moverme, solo estaba allí, con ganas de correr pero completamente paralizada.

Clark parecía estar igual o peor hasta que sonrió a la camara y...

Me miró.

No, espera.

¡EL MUY ESTÚPIDO ME MIRÓ DE NUEVO!

Le devolví la mirada pero aún no era capaz de hablar.

— Parpadea dos veces si quieres salir de aquí — dijo y sonrió.

Pero no fue necesario porque luego de que me hablara todo el público volvió a gritar y al final Jeycob recuperó toda la atención.

Esos fueron mis cinco segundos de fama.

Yo por fin pude reaccionar –un poco tarde, lo sé– y me bajé de Clark. Creo que soltó un gruñido cuando me alejé pero quizá solo fue imaginación mía.

Caminé, sin mirar atrás, e intenté salir de la multitud pero se me hacía muy difícil por toda la gente saltando que no dejaba caminar, además de que mi tamaño no era muy intimidante.

Pero todo se puso peor cuando "por error" empujé a un chico y éste se volteo a mirarme ceñudo.

— ¿Otra vez tú? — masculló él.

Era el mismo chico con el que no me la había llevado muy bien por la máquina de cafés.

Puse los ojos en blanco.

— Solo dejame pasar — dije —. No me interesa tu existencia.

Eso Rose, sé amable.

Él sonrió y juro por Dios que me miró de la manera más diabólica posible, solo le falto darle un giro de sesenta grados a su cuello, que de sus ojos saliera sangre y un par de colmillos brotarán de su boca.

Bueno, quizá estoy exagerando un poco.

— Vete por donde viniste — dijo y se cruzó hacia el concierto, ignorandome.

¿Por donde vine? no, no podría darle la cara a Clark después de eso y si lograba pasar a el idiota que tenía en frente ya estaría a punto de salir de allí.

— Solo dame permiso — volví a hablar, tragandome mi orgullo.

Es increíble de todo lo que somos capaces cuando queremos escapar de alguien.

Me volvió a mirar y dijo:

— Pídelo con un por favor.

— Pero...

— Si no quieres entonces deja de jode...

Y no pudo terminar de decir eso porque antes de lograrlo ya alguien lo había agarrado por el cuello de su camisa con una mano y lo había dominado como si nada.

— Si te vuelvo a ver molestándola romperé todos los huesos de ese patético cuerpo que tuyo — le masculló Clark mirándolo directo a los ojos.

— ¡Clark! — lo tomé por el brazo —. ¡Suéltalo idiota! estamos en un retiro de la iglesia.

Pequeños, inmensos tres días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora