𝗣𝗔𝗥𝗔𝗠𝗡𝗘𝗦𝗜𝗔 | Los hermanos Hanagaki regresan a su presente con la idea de que todo, por fin, se ha mejorado. Pero no. Los problemas apenas comienzan. Hyeon está confundida, alarmada y no sabe quién es o como fue que se convirtió en la prome...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
capítulo treinta y cinco ; SIN MIRAR ATRÁS
━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━
❪ pov's Hye ❫
LA OSCURIDAD ME RODEABA INMENSAMENTE Y no pude evitar sentirme asustada. No había nada, ni un rastro de luz o ráfagas de viento que me indicaran en dónde estaba.
Solo había... oscuridad.
Pero de repente un reflector se encendió apuntando a unos metros frente a mi, revelándome que no era la única que estaba en ese extraño lugar.
—¿Manjiro? —lo reconocí.
No vestía como usualmente solía hacer, ni siquiera usaba su atuendo de la ToMan o al menos la chaqueta. La camiseta negra que usaba le quedaba algo floja y también cargaba pantalones negros. No llevaba zapatos, por lo que sus pies estaban al descubierto para mí y me sorprendí al ver los pequeños huesos sobresalir.
De hecho, hasta en su rostro se le resaltaban los pómulos de lo flaco que se veía. No tenía ningún tipo de brillo en ese océano oscuro de sus ojos, que solo me miraban fijamente dándome un sentimiento incómodo.
—¿Manjiro? —sin tener otra opción, comencé a caminar hacia él poco a poco. De su bolsillo, terminó sacando algo que me hizo detenerme abruptamente.
Era un cuchillo.
—Manjiro... ¿que haces con eso? —dió un paso hacia mí, provocando que yo retrocediera,— Manjiro.
Se detuvo, pero ese sentimiento de incomodidad no se esfumó ni un poco. Estuve por preguntarle que le ocurrió, que estaba sucediendo, que era ese lugar y por qué solo estábamos él y yo.
Pero me tomó desprevenida cuando comenzó a correr.
Respingué, porque en verdad era una escena aterradora por el hecho de que no dejaba de verme ni un segundo.
Entonces alzó el cuchillo.
Ahogué un grito cuando sentí un empujón que me mandó hacia atrás, dejándome acostada sobre la espalda con él sobre mi. Mi corazón latía tan rápido que temía que me diera un paro cardíaco por el terror que mi cuerpo sentía.
—¡Manjiro! —exclamé sintiendo mis lágrimas salir,— ¡Espera, no!
Parecía que estuviese en una hipnosis porque no respondía a mis llamadas y solo a sus impulsos. Parecía un muñeco vacío siendo controlado por algún titiritero que curiosamente era el mismo de doce años en el futuro.
