𝗣𝗔𝗥𝗔𝗠𝗡𝗘𝗦𝗜𝗔 | Los hermanos Hanagaki regresan a su presente con la idea de que todo, por fin, se ha mejorado. Pero no. Los problemas apenas comienzan. Hyeon está confundida, alarmada y no sabe quién es o como fue que se convirtió en la prome...
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capítulo ocho; LOS MONSTRUOS TAMBIÉN PUEDEN SENTIR
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❪ pov's omnisciente ❫
EL VECINDARIO DÓNDE LOS HANAGAKI VIVÍAN se hacia cada vez más cerca para Hye, por lo que cuando Mikey se detuvo frente a su casa, la chica ya le estaba pasando su casco y bajando de la moto.
La verdad, no quería que él se fuera, y estuvo a punto de invitarlo a pasar, pero se calló al ver cómo este sin invitación alguna apagaba su motocicleta y bajaba de esta con toda la tranquilidad de mundo, haciendo un puchero habitual en él.
El rubio alzó una ceja,— Si me vas a invitar adentro, ¿no? Ah, ¿pero que estoy diciendo? Por supuesto que lo harás.
—Eres un odioso. —solo le dijo eso pero no sé quejó.
Y así comenzaron a caminar en silencio hasta la entrada, y en el trayecto, Hye volvió a pensar en su suposición y miró a Mikey algo dudosa.
—Oye, —él la miró,— ¿mi hermano te dijo que iba a venir a casa después de la reunión o…?
—Nah, se fue a acompañar a Mitsuya dónde el líder de los Black Dragon. —esta revelación hizo que Hye detuviera su movimiento para buscar las llaves de su casa,— Fueron a hacer una especie de tregua para Hakkai. Chifuyu también los acompaña.
Hye asintió con lentitud, sin calmarse un poco pero confiando en que la situación no iba a acabar en golpes porque Mitsuya estaba ahí. Abrió por fin el cerrojo y pasó después de Mikey a su humilde hogar.
El comandante de la ToMan fue directamente hacia el sofá y aterrizó sobre él en un rebote, casi apoderándose de todo el mueble. Dejó su chaqueta de la ToMan sobre la mesita.
—¡Oye, quítate las botas! —le ordenó Hye al ver la suciedad que estás dejaban en el suelo trapeado.
Sin embargo, a lo contrario que esperó, Mikey si se quitó sus botas, pero el muy ingrato las lanzó en el aire y una de ellas le cayó en la cabeza.
La de rizos se sujetó su pobre cabeza con una mano, viendo a Mikey con ganas de matarlo.
Él solo sonrió,— Ups.
Hye se tragó las maldiciones que estaba por soltar y solo suspiró, recogiendo las botas para ponerlas en la entrada. Pero cuando sintió unas manos envolver su cintura al dejarlas en el suelo, se paralizó.
Acto seguido, Mikey la hizo girar hacia él de un girón y sin pedir permiso, la tomó por los muslos y la cargo hasta el sofá con una facilidad escalofriante.
—¡¿Pero que-… —la situación tomó desprevenida a Hye, sobretodo la forma en la que estaban.
Ajustó sus manos alrededor del cuello del rubio para evitar irse para atrás y lo rodeó con sus piernas. El chico mantenía su rostro hundido en el cuello de la de rizos así que no podía ver el gran sonrojo que Hye tenía en sus mejillas.
