𝗣𝗔𝗥𝗔𝗠𝗡𝗘𝗦𝗜𝗔 | Los hermanos Hanagaki regresan a su presente con la idea de que todo, por fin, se ha mejorado. Pero no. Los problemas apenas comienzan. Hyeon está confundida, alarmada y no sabe quién es o como fue que se convirtió en la prome...
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capítulo treinta y tres ; LA PALABRA DECISIVA
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❪ pov's Hye ❫
«ESTA ES UNA MUY TERRIBLE IDEA»
Pero ya no iba vuelta atrás. No podía salir corriendo porque sabía perfectamente que tarde o temprano tendría que hablar con él aunque no quisiera.
Lo estuve meditando, pensando y preguntando durante toda la noche a tal punto de no poder dormir. Me pregunté a mi misma si era la opción correcta o si solo eran impulsos míos por la situación del momento.
Pero no.
Yo misma me lo busqué en el momento en que acepté esos pequeños tratos como algo completamente normal. Incluso ahora, que sé que su traición me dolería mil veces más que la de mi propio hermano, y me seguía gustando como en el primer día.
Pero era esta clase de amor tóxico el que me acabaría llevando a la mierda si no lo solucionaba.
Después de todo, solo debía decirle una palabra para acabar con todo.
La puerta frente a mi se abrió dejando ver a una Emma despeinada, todo lo contrario a ella que siempre andaba bien arreglada. Lucía algo cansada, débil, pero un rayo de luz alumbró su rostro en cuanto me vió.
—¡Creí que algo te había pasado algo malo! —se me abalanzó encima y comenzó a llorar.
Solo en ese entonces me puse a pensar en el daño que mis acciones ocasionaban en otros.
Envolví su cuerpo con mis brazos, ahogando mi sonrisa en su abultado cabello rubia. Cuando se separó, sonrió y tocó mi cabello como si fuese alguna especie de obra social.
—Dios, cuánto has cambiado en cuestión de días. —y me dejó entrar bombardeándome de preguntas.
Le conté sobre mi paradero, lo que había hecho en esos días de parranda. Decidí ignorar el hecho de que los Haitani estaban incluidos diciendo que eran otros hermanos para evitar más preguntas sobre el tema y que me diera una charla sobre lo peligroso que era andar en zonas de otras pandillas cuando yo era la novia de uno de los comandantes de una pandilla como lo era la Tokyi Manji.
También decidí ignorar el verdadero motivo por el que estaba ahí al escuchar eso último.
—Iré a preparar algo de té, ¿si?
—Yo no tomo té. —me negué con algo de pena.
—Entonces café. —sonrió y se fue a la cocina.
No había nada de malo en querer hacer algo de tiempo antes de enfrentarme con lo que no quería, ¿no?
Para eso, me puse de pie y comencé a fisgonear entre las fotos que los Sano tenían en las encimeras. Llegué a una que no había visto a detenimiento, la cuál dejaba ver a varios alumnos del Dojo que habían pasado de años en años en el lugar hasta ser adolescentes.
