𝗣𝗔𝗥𝗔𝗠𝗡𝗘𝗦𝗜𝗔 | Los hermanos Hanagaki regresan a su presente con la idea de que todo, por fin, se ha mejorado. Pero no. Los problemas apenas comienzan. Hyeon está confundida, alarmada y no sabe quién es o como fue que se convirtió en la prome...
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capítulo veintisiete;
LA CRUDA PERO NECESARIA OPINIÓN
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❪ pov's Mikey ❫
—¡SANO MIKEY, SI NO ME ABRES en este instante, voy a meterte el palo de la escoba por el-... —con el dobladillo de la almohada, alcancé a taparme el oído de esos gritos infernales del pajarraco que tenía como hermana.
Es que, en serio, ¿quien rayos se atrevía a joder un lunes a las 8am en vacaciones? Solo Emma.
Me removí sobre el colchón y aproveché para limpiarme ese hilo de baba que tenía en la comisura. Cuando me senté, ni siquiera sabía quién era yo o en dónde estaba. Me quedé en el limbo analizando mi existencia hasta que bostecé e hice una mueca al sentir mi aliento caliente.
De forma automática, estiré mi mano para tomar mi teléfono y revisar el buzón de mensajes.
No había nada.
Decidí irme al registro de llamadas perdidas o almacenadas en buzón de voz.
Pero tampoco había nada.
«¿En serio quieres jugar a esto, ricitos?» sonreí amargamente tirando mi teléfono con más fuerza de lo usual a la mesa.
Desde esa noche, no volví a verla más, ni siquiera cuando pasaba cerca de su vecindario por “coincidencia” o cuando Emma invitaba a Hina y yo por mera “curiosidad” me asomaba para ver si ella también estaba ahí.
Pero tal parecía que había decidido ignorarme y pretender que no existía para ella.
Y bien, dos pueden jugar a eso.
Me dispuse a restregar mis ojos mientras caminaba arrastrando los pies hasta la puerta.
De milagro esquivé el zapato que Emma me lanzó desde lejos.
—¡Tu!
—Uh, no grites. —gruñí luchando por mantener mis ojos abiertos. Pero de repente sentí como me jalaban de la oreja y me obligaban a caminar encorvado,— ¡Ah, joder, jodeeeer!
—¡Mocoso grosero e irresponsable! —me gritaba Emma sin piedad al momento de jalarme hasta pasar por el patio y entrar a la gran casa, dejándome en la sala,— ¡Eres un idiota, Mikey!
—¿¡Y ahora que te pasa?! ¡Abuelo! —logré liberarme y de paso darle una mirada de arriba a abajo a Emma.
Sin embargo, agarró su otra zapatilla y comenzó a darme con esta por todo el cuerpo, buscando darme en el culo como si fuese mi madre o algo por el estilo. Y por supuesto, como cualquier Sano, Emma tenía la mano dura.
