𝗣𝗔𝗥𝗔𝗠𝗡𝗘𝗦𝗜𝗔 | Los hermanos Hanagaki regresan a su presente con la idea de que todo, por fin, se ha mejorado. Pero no. Los problemas apenas comienzan. Hyeon está confundida, alarmada y no sabe quién es o como fue que se convirtió en la prome...
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capítulo veintitrés ; INDAGANDO EN EL PASADO
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❪ pov's omnisciente ❫
Odawara City, Japón, 1991.
CUANDO TAN SOLO ERA UNA NIÑA, la pequeña Hye solía meterse en muchos problemas, tantos que más de una vez acababa en la sala del director con castigos hasta las horas de las tardes.
La mayoría de veces, solían ser por dos razones en específico: a) los comentarios burlescos acerca de su extraño cabello rizado y el por qué no era lizo como el de la mayoría de niñas lindas. Y b) era por siempre meterse en dónde no debía.
Justo como ese día...
-¡Oigan! -llamó ella desde lo lejos y el grupo de niños que golpeaban el pequeño cuerpo en el piso se detuvieron para verla.
-¡Miren lo que trajo el gato! -exclamó uno de ellos, carcajeando,- Ya se me hacía extraño que tú hermanita no viniera a tu patético rescate, llorón. -se dirigió al pelinegro debajo de la suela de su zapato.
Su hermanito menor, Hanagaki Takemichi, se removió como pudo para librarse pero fue obligado a quedarse quieto por otro pisotón en la cabeza, cosa que solo hizo enfadar más a Hye.
-¡Déjenlo en paz!
-¿O que? -inquirió otro de ellos, desafiante.
Intentando aparentar una pose de pelea, la pequeña pelinegra alzó sus puños como solía ver en las caricaturas de la televisión. Todos chillaron en risas y la señalaron como si estuviese loca. A decir verdad, hasta ella se preguntó si en verdad lo estaba para hacerle frente a esos abusivos.
Para ese entonces, Hye no solía tener una mínima idea de lo que era una posición de combate decente, o que era el combate real en sí, solo se acercaba a quien molestaba a los demás e intentaba alejarlos de la forma más calmada posible.
Pero por supuesto, al ser su hermano víctima, no estaba muy calmada que digamos.
Y por supuesto, cuatro niños contra una niña fue algo bastante injusto hasta para el más heroico, por lo que en menos de cinco minutos, ella también estaba en el suelo junto con Takemichi, golpeada y adolorida, intentando pasar sus manos sobre su cuerpo para que las patadas no le llegaran a él.
Largos minutos pasaron. El sol comenzó a ponerse y cuando la de rizos oscuros oyó los pasos de esos niños alejarse y perderse, se senté con esfuerzo y exhaló todo el aire retenido.
