❪ 32. just like in the old days ❫

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capítulo treinta y dos ;IGUAL QUE EN LOSVIEJOS TIEMPOS

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capítulo treinta y dos ;
IGUAL QUE EN LOS
VIEJOS TIEMPOS

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pov's Hye

                UN PEQUEÑO RUIDO ME DESPERTÓ. PENSÉ en ignorarlo, pero luego volvió a sonar y ahora era mucho más brusco que el anterior.

Me removí incómoda parpadeando con lentitud, dándome cuenta por la sequedad de mis ojos y el ardor de mis párpados que me había quedado dormida llorando. Relamí mis labios, enfocando mi vista en la ventana que volvió a sonar con brusquedad.

Corrección: Sonó a qué algo era estrellado con fuerza contra ella.

Me levanté en contra de mi voluntad, sintiendo el piso más frío de lo usual por las bajas temperaturas del invierno. Restregué mis hinchados ojos con el dorso de mi mano en lo que usaba la otra para abrir la ventana. Luego me asomé.

Y sentí un fuerte dolor en mi nariz.

—¡Agh! —me alejé varios pasos, sobando esa parte de mi rostro que ardió,— ¿Que carajos?

Volví a asomarme, está vez con precaución y con unas ganas de insultar a cualquier niño travieso que se haya propuesto fastidiar casas ajenas.

Pero las palabras quedaron atoradas en mi boca.

—Mierda. —dijo la persona que estaba abajo soltando un puñado de piedras a la nieve, viéndome.

Iba abrigado con una simple chaqueta blanca y una bufanda negra. Llevaba pantalones negros y su cabello le caía sobre la frente dándole un aspecto que no solía ver desde hacía años.

Hanma Shuji estaba a unos metros de mi.

—Menudo dejá vù. —me dije a mi misma con todo el sarcasmo del mundo.

—¿Te lastime? —escuché decir y apreté mis labios.

No sabía cómo actuar en ese momento. Me sentí incómoda. Saber que uno de los chicos que debía odiar fue mi mejor y único amigo en la infancia y mi escape de la realidad fuerte en casa, me tenía en una situación algo confusa que ni yo sabía cómo debía proceder.

—¿Que quieres? —decidí ponerme firme, después de todo, él ya no era el mismo niño de hace años.

Logré percibir su indignación falsa desde aquí.

—Llevas no sé cuántos días desaparecida y así me recibes. Menuda odiosa.

—¿Y tú cómo sabes eso? —alcé una ceja.

Pero no contestó, al contrario, señaló la puerta de la cocina y comenzó a caminar hacia allí.

Entré en un estado de pánico. ¿Iba a entrar?

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