Cap.02

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8 años después...

Más tarde de lo usual, salgo de la escuela, corriendo por los pasillos de las chicas que se empeñan en sacarme fotos hasta en el baño. Se suponía que ya no me iba a pasar eso nunca más, porque mi madre había sido estricta en sus restricciones en cuanto a mí.

Y yo simplemente no veo que se cumplan. Hoy saldría a eso de las 2.00 de la tarde porque tengo clases de piano con YoungJae hyung, y sin embargo apenas voy saliendo de la escuela. Al llegar al patio, veo el auto negro que siempre llega por mí a misma la hora. El auto de MinHo.

Sin poder evitarlo, corro hasta él y cierro con seguro ante la atenta mirada de mi padrastro. Ambos cejas alzadas y por extraño que parezca, con una sonrisa en sus labios.

Al darse cuenta de la frenética turba de personas, enciende el auto con prisa, mirando en el GPS la dirección más fiable para perder a las chicas y chicos que se empeñan en seguirme. No es hasta que estamos en el centro de Seúl que puedo respirar con tranquilidad. Dejando que mi corazón deje de latir con tanta prisa y la respiración correcta llegue a mí.

La tos llega en pequeños espasmos que me obligan a beber agua. Siempre pasa lo mismo y comienzo a pensar que cambiarme a una escuela privada no es mala idea. Quizás allá tengan mucha más seguridad que aquí. De igual forma no estoy cómodo. Mis amigos ya no están conmigo, muchos de ellos se mudaron el extranjero para seguir estudiando.

-Siempre es así, debería cambiarte de Preparatoria lo antes posible, Sung.

-Eso a ti no te importa, ¿dónde está mi hermano?

Pregunto ignorándolo cómo siempre que estamos en el mismo auto y con el mismo oxígeno de por medio.

-Por si no las notado, son más de las tres de la tarde, él ya está en casa dormido.

Dice sin mirarme mientras se detiene en la cafetería que a mi mamá le gusta.

-Que bien, Felix dormido y yo aquí compartiendo aire contigo. Increíble.

Con un bufido de fastidio bajo del auto. A mi mamá le gusta en cantidad desorbitantes el café con leche que vende aquí y nosotros siempre venimos a comprarle uno. A mí me encanta el pay de queso, a Felix el pastel de chocolate y al estúpido que está a mi lado le gusta el café americano sin azúcar.

Y no se crean que lo sé porque me importe, sino porque ha vivido conmigo durante ochos largos y aburridos años. Estresantes.

A simple vista todo mundo creía que somos la familia perfecta, una en la que la mamá es feliz con él papá y este, a su vez, mantiene a sus hijos contentos dándoles todo lo que desean. Jamás me ha dicho que no lo que sea que necesite en la escuela y en ocasiones, aunque me cueste admitirlo, sale de él regalarme cosas. Sé que después de tanto años de convivencia ya debería caerme bien, ya debería tener un tipo de lazo con MinHo, pero simplemente es imposible para mí.

Después de que mi mamá se casara con él, todo cambió y no, no estoy diciendo que fue para peor, de hecho, fue para mejor, MinHo siempre se mantiene al pendiente de mí. Jamás me deja de lado en ningún viaje familiar. De hecho, es al primero que le dice después de mi madre. Quizás sea porque soy mayor y debo cuidar a Felix. No lo sé. Pero no con esas cosas ha logrado más que profundo odio injustificado.

Al mirar a un lado, lejos de la mirada reprobatoria que MinHo me lanza, puedo ver como un estante está repleto de pequeños pastelitos azules y rosas que forman un corazón.

El regalo perfecto para mí aniversario con Jeno.

Sí, tengo novio y se llama Lee Jeno. Es hijo de uno de los amigos de trabajo de MinHo, su padre se llama Lee Taeyong. Cuando lo conocí me pareció la persona más hermosa en la faz de la tierra. Jamás había visto semejante belleza junta.

Lo hablé con mi madre y ella no puso queja alguna, me dijo que no importaba con quien, solo si yo estaba feliz. MinHo fue quien más se opuso a mi relación, argumentando que aún era muy niño para ese tipo de cosas. Tenía 18 años cuando empecé a salir con Jeno. Yo no era pequeño en lo absoluto y después de mucho insistir y quejarme de su actitud, al final lo aceptó.

-Disculpa. - digo llamando la atención del muchacho tras el mostrador. - ¿en cuánto sale hacer un pedido así?

El chico camina hasta poder ver lo que deseo comprar y sus ojitos brillan de una manera extraña. MinHo se acerca a igual para luego gruñir en desacuerdo. Porque lo sigue estando, más no se mete.

-Son pedidos especiales, si deseas uno así sale en 6 dólares, ya que es una persona experta que trae los productos de Estados Unidos.

No me quejo de igual forma, el trabajo es tan precioso que podría pagar hasta mil dólares por algo así. Sonriendo le hago el pedido, dejando pagado por completo y recibiendo una fecha para poder volver por él. Mi aniversario es un mes y mi sorpresa llega justamente un día antes de eso.

-Vámonos ya, JiSung.

MinHo toma mi muñeca con su mano libre y tira de mí fuera de la tienda. Jamás ha sido cálido en cuanto a este tipo de cosas y yo, la verdad ya me acostumbré a ello.
Subo al auto y me abrocho el cinturón de seguridad antes de sentir como MinHo coloca la bolsa sobre mis piernas y me mira de forma horrible.

-¿Qué?, ¿ahora que se supone que hice? - pregunto mirándolo de la misma forma.

-¿En serio tenías que pedirlo?, ¿no podías pensar en algo más barato?, no se ¡una pulsera! O cosas tontas de novios.

-¡No le voy a dar cualquier cosa al chico con el llevo dos años de relación, MinHo! No seas ridículo.

Y aunque no deberíamos estar peleando por eso, la situación lo amerita. Todas las situaciones con MinHo abriendo la boca lo ameritan.

-¡¿Y porque a mí me das cualquier cosa?! Conmigo tienes ocho años. Y soy más importante que él.

Al escucharlo, mis mejillas se incendian al instante. En sus cumpleaños siempre le doy cosas que yo considero son especiales. El año pasado le regalé una camisa azul marino que vi en la plaza. Estaba de oferta. Y un año antes de eso le di una funda de gatitos negra.

Era cosas que a él le gustan.

-A ver, no voy a discutir contigo por algo así. Jeno es mi novio y tú, bueno tú eres el papá de mi hermano.

-JiSung, cielo. - dice mientras sujeta mis mejillas con sus manos. - este año quiero un regalo especial de tu parte o no dejaré que llegues a tu aniversario con Jeno, ¿está claro?

¡¿Esta claro?!

Asiento aun sabiendo que me va a valer un centavo su amenaza.

¡Está mal!, pero tócame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora