Cap.25

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La mirada que MinHo posa sobre mí hace que todo mi cuerpo tiemble de manera automática, como si yo mismo supiera que eso era algo malo para mí, cuando en realidad no lo es. Ósea, sé que debí decirle lo que pasó con Felix en vez de ocultárselo, pero no podía hacer eso. No cuando ni ellos sabían que yo los vi.

Paso saliva nervioso al darme cuenta de todo lo que se viene, del posible regaño a Felix y la reprimenda por no cuidarlo. Y es que, si tan solo pudiera decir que no está en mi lo que le pasa.

-¿Cuándo pasó eso? ¿Por qué nadie me lo dijo?

A pesar de sus preguntas, Felix y Christopher mantiene sus miradas en el suelo, uno más triste que el otro. Yo por mi parte, estoy tratando de no morir de los nervios ante la mirada de mi mayor. Esa que utiliza cuando va a castigarme cuando nadie esté viendo. Esa que últimamente se ha vuelto mi favorita. Suena tonto y hasta masoquista de mi parte, pero así es. Sus ojos negros dilatados, sus cejas fruncidas mientras sus labios forman una delgada línea. Sus hombro tensos y la imponente superioridad que demuestra con sólo erguirse en su lugar. Pareciese un depredador listo para atacar a la primer presa que se le ponga enfrente y para mi mala o buena suerte, yo soy esa presa.

-¿Tú lo sabías? - me pregunta después del incómodo silencio.

Quiero responder que no, que yo no lo sabía en lo absoluto sólo para no tener problemas, pero en mi cabeza solo se pude repetir la mirada de Felix llorando mientras pide disculpas en un intento por no ser castigado. Quiero que mi boca pronuncie esa palabra de dos letras para terminar con mis constantes castigos estúpidos. Y cuando creo que ya he recuperado toda mi fuerza de voluntad, Felix se adelanta a mi diciendo:

-¡JiSung hyung no sabe nada! Eso pasó cuando él estaba limpiando su habitación. JiSung hyung no sabe nada de eso...

-Sí lo sabía. - porque si Felix puede ser valiente yo también puedo soportar un castigo más antes de irme a dormir. - pero no dije nada porque no lo vi como algo malo. No pensé que fuese algo que afectará en sí lo decía o no.

MinHo eleva una ceja mirándome. No sé qué el sorprende más, si el hecho de que Felix le dijera que no se nada o lo contradictorio de mis palabras. Quizás es el hecho de que nuestra respuesta no coincide en lo absoluto.

-Muy bien, vete a tu habitación JiSung. - la sorpresa de refleja en mi cara tanto que mi mayor me sonríe de lado. - hablaré con Felix.

Asiento y comienzo por caminar escaleras arriba, respirando de manera tranquila al darme cuenta de que no tendré una reprimenda por lo que pasó, pero sintiéndome mal al caer en cuenta de que castigarán a Felix por un beso. Se que son niños y que probablemente no sabían lo que hacían, pero eso no significa que debieron hacerlo solo porque sí. Abro la puerta de mi habitación y al ingresar veo una caja sobre mi cama, cierro la puerta detrás de mí por completo y voy directo a eso que llama mi atención. La caja es color blanca, no tiene letras o siquiera una figura que me diga de donde son o quien las dejo. Levanto la tapadera y dentro de esta se encuentran muchas cosas, desde pulseras muy bonitas hasta camisas, gorritos y un reproductor de música negro. Sacó todo el contenido de esta y lo dejó sobre mi cama. También encuentro unas orejitas de conejo muy lindas, ropa interior negra y un collar de forma extraña.

-¿Muy... Bonito?

Me pregunto mientras intento no reírme por todo lo que se encuentra sobre mis sábanas, pero al final resulta imposible. Tomo todo aquello "extraño" y abro uno de los cajones que tiene llave, ese en donde guardo mis recuerdos más especiales, en donde están los verdaderos recuerdos de toda mi vida. Si tan solo no fuera tan complicado todo ahora, podría abrirlo y enseñárselo a MinHo sin problemas, pero con el paso del tiempo más me doy cuenta de que eso jamás será; dejo esas cosas ahí y vuelvo a la cama, las camisas las acomodó junto a las demás mientras que la ropa interior la llevo al segundo cajón del Closet, luego ordenó las pulseras en mi escritorio y por último tomó el reproductor de música entre mis dedos. La mayoría de canción que hay dentro son de mi total agrado. Justin Bieber es mi cantante favorito.

Dejó de mirarlo y me recuesto en la cama mirando el techo, esta semana comienza mis vacaciones en la escuela y aún no sabemos a dónde iremos si no se puede con mi mamá. Quiero verla. Ya pasó tiempo desde la última vez que estuvo en casa con nosotros, solo me ha llamado por el problema con Jeno y dejo de hacerlo después de unos días. No sé qué está pasando con ella en su trabajo, ni si se está cuidando como es debido o si se ha enfermado. Nada.

-¿Ocupado?

La voz de MinHo me hace dejar de pensar en mí mamá para darle toda mi atención al sujeto que lleva el cabello recogido en una coleta alta, dejando algunos mechones sueltos que lo hacen ver guapo. Cierra la puerta de mi habitación cuando entra y se sienta frente a mí en la cama. Sus manos acarician mis mejillas sin previo aviso y eso, aunque yo mismo lo odie en cantidades exorbitantes, me agrada. Dejo que su caricia calme todo rastro de preocupación y luego, sin saber en qué momento, sus labios besan los míos con mucha calma y paciencia. Ni siquiera me muerde o intenta ser él quien mandé. Simplemente está besándome como si... Como si estuviese enamorado de mí.

Me alejo bruscamente de su espectacular toque y lo miró con el ceño fruncido. MinHo eleva una ceja mientras sonreí de lado mirándome. No sé qué le da gracias la verdad.

-¿Qué pasó? ¿Acaso ya no te gusta que nos besemos?

-¿Por qué me besaste de esa forma? No sé supone que deban ser así. - digo mirando sus labios y luego sus ojos. - ningún beso entre nosotros debe tener sentimientos de por medio y lo sabes.

-Yo jamás dije que no hubiese sentimientos de por medio...

Sus ojos destellan y yo paso saliva en el proceso. Yo no tengo sentimientos por él porque esto está mal, solo son besos y ya.

-Tranquilo, no voy a intentar enamorarte. No cuando eres tan terco, pero no pidas que no exista algún sentimiento en nuestros besos porque no se puede. Ahora, cállate que es mejor cuando tus labios se mueven sobre los míos.

Antes de siquiera poder decir nada, se abalanza sobre mí para volver a besarme.

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¡Está mal!, pero tócame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora