Cap.07

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La verdad nunca me había dado cuenta de que tanta gente podía venir a mi casa por una persona. Una que es irritantemente estúpida.

Felix está en mi habitación cambiándose, lleva un pantalón rasgado azul oscuro. Una camisa blanca con un grabado en el pecho y vans negras. Nosotros solemos combinarnos para los cumpleaños de nuestros padres, esta vez no es la excepción. Estoy vestido tal cual él lo está.

Felix baja de mi cama cuando he terminado de atarle los cordones y se mira en el espejo de mi closet antes de sonreír y dar bronquitos. El niño es, en ocasiones, muy vanidoso. Incluso más de lo que yo puedo llegar a serlo. Me acerco a él para peinar su rubio cabello y luego, cuando ya está listo MinHo aparece en la puerta de mi habitación vistiendo lo más juvenil que la vida le permite. No lleva traje de gala, no lleva pantalones deportivos o ropa que deje ver que ya es papá.

Simplemente lleva un pantalón negro ajustado, camisa de manga corta color azul marino y tenis de esos que le gustan. El cabello lo lleva lacio como normalmente es y sobre sus ojos hay una leve capa de delineador negro que hace ver sus ojos más grandes. Sus labios tienen un brillo suave y lindo. Se ve... Extrañamente guapo.

Alejo ese pensamiento en el mismo instante en que llega. Y dejó que Felix salga corriendo con su papá. Yo me permito tardar más tiempo frente al espejo, dándome los últimos retoques a mi ropa y cabello. Quizás a mis labios también. Y no es hasta que MinHo habla que doy cuenta que sigue ahí parado mirándome.

-Te ves bien. - dice y yo finjo no escucharlo. - te ves lindo.

-Yo siempre soy lindo. No necesito que me lo digas.

Me muevo al baño para sacar mis labiales brillosos y un poco de maquillaje. Normalmente no me pongo nada de eso, pero este día viene el papá de Nonie y quiero verme más lindo de lo que ya soy. Al regresar, veo a MinHo mirando la foto de familia que reposa en mi mesa de la lámpara. Junto a otra que tengo con Felix y una más con Jeno.

-¿Necesitas algo más? - pregunto dejando todo sobre mi cama. - tengo que terminar de arreglarme.

-Tenemos que hablar de lo que pasó ayer. - dice ahora con su mirada en mí.

No es algo de lo que quiera hablar en lo absoluto. Lo que pasó fue el peor error que él mismo pudo ocasionar entre nosotros. Porque empeoró todo a mí alrededor. Hizo que más odio entrar en mi cuerpo. Lo ignoró para poder terminar de arreglarme creyendo que con eso se ira y me dejara en paz, pero no lo hace y podría jurar que ha adquirido la satisfacción de jalarme la muñeca para que le dé mi atención.

Mis cejas fruncidas le dan la señal para que me suelte y se alejé de mí. Lo cual hace mientras pide disculpas en más de una ocasión.

-Yo no tengo nada de qué hablar contigo sobre lo de ayer. Fue tu error, no el mío. Ahora vete de mi habitación si no quieres que le diga a mamá.

-Eso no solo fue mi error, ¿te recuerdo que también respondiste?, no fui el único, JiSung.

Sí, quizás tiene razón en lo que dice, quizás haber respondido a su beso no fue la mejor decisión de mi vida, pero prometo que no sabía lo que hacía. El momento lo hizo así. Si hubiese estado menos aturdido por la pelea y más concentrado en lo que hacía, no habría hecho eso. Jamás. MinHo es esposo de mi madre. Papá de mi hermano. Mi persona más odiada en la faz de la tierra.

Todo fue un completo y fatídico error.

Quisiera olvidarlo justo ahora, borrar ese instante de mi memoria solo para poder hablarle de manera cortante como siempre.

-Tenemos que hablar, JiSung. - repite mirándome.

-No, no tenemos que hablar de nada. Eso que pasó fue un accidente y ya. - digo mientras me levanto de la cama para alejarme de él. - y te voy a pedir que lo olvides y que jamás vuelva hacerlo. Si querías que me callara pudiste hacer cualquier otra cosa. Además, sabes que tenía razón en ese instante y aun así te atreviste a castigarme.

-Entiende que las cosas no son tan sencillas a tu edad. El tener intimidad con tu novio...

-¡Eso no es de tú maldita incumbencia, MinHo!, lo que haga o no con Jeno no es tu asunto.

Logró llegar a la mesa donde su regalo de cumpleaños está envuelto en papel verde brillante con un moño que yo mismo hice. Lo tomó y sin terminar de arreglarme caminó a la puerta. No tengo, en lo absoluto, ganas de seguir hablando con él de lo desafortunado momento de ayer.

Pero incluso en ese momento parece persistente porque me alcanza justo antes de que pueda salir de mi habitación. Se para delante de mí y toma mis mejillas entre sus manos para que lo mire. Y no es que quiera que me toque o me mire tan de cerca, pero me es imposible dar un paso atrás o intentar alejarlo. Algo en mi pecho aletea cuando lo hace y mi cerebro suprime toda señal de movimiento de mi cuerpo. Pareciera como si tenerlo cerca fuera algo bueno. Lo cual no es porque lo odio.

-Sung, por favor, no con Jeno. Se lo que te digo. No puedes estar pensando en eso con él.

Sus palabras más bien parecen una súplica silenciosa. Un ruego que voy a ignorar. Lo sé. En mí siempre ha estado ese constante sentimiento de desobediencia presente a todo lo que él dice. Yo bien puedo ser su lado contrario en una competencia porque jamás estaré de acuerdo con sus estúpidos castigos y regaños.

-Piénsalo mejor, Sung. Jeno no es el chico que crees, lo que dije el otro día es verdad, es un playboy de la actuación. No sólo sale contigo, también sale con otras.

-No, eso lo dices porque quieres que haga lo que tú quieres, pero no lo haré. Jamás vas a lograr que sienta algo más que odio por ti.

Y juntando todo el valor en mí, salgo de mi habitación empujándolo. No me es grato seguir escuchándolo en lo absoluto.

¡Está mal!, pero tócame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora