Cap.36

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Estamos a una semana de volver a Corea y ciertamente no entiendo que está pasando entre MinHo y yo. Hay días en que me mira y sonríe, se muestra extrañamente amable y lindo, otros días me ignora, a penas me mira y para rematar todo es grosero. Mi mamá no ha vuelto a quejarse sobre nuestras discusiones porque simplemente no existen.

Prefiera darme la razón y luego irse, no hace el intento por discutir o siquiera llevarme la contraria y yo no sé si eso está bien o no porque se supone que así debía ser, pero no lo quiero de ese modo.

Y ahora, mientras estoy en la cocina de la casa, preparando tostadas con mermelada y crema de cacahuate para Felix y ChangBin, veo a MinHo entrar con algunas bolsas en sus manos. Sonríe y me hace sentir extraño porque esta montaña rusa de emociones me tiene mareado y algo confundido. Me debato todos los días conmigo mismo sobre lo que debió ser desde un inició, sobre lo mal que está yendo todo ahora porque tuvimos sexo y eso significó más para mí de lo que realmente espere.

Se que todo estuvo mal, sé que no debió ser así porque él es esposo de mi madre, pero no pude evitarlo. Me enamoré de MinHo. Algo que ahora me cuesta aceptar más que antes, porque aquel odio que siempre le dije tener era falso, porque enamoré de él sin darme cuenta y porque ahora no quiero dejarlo ir de mi lado, aunque eso es lo correcto.

-¿Estás bien? - es que ni siquiera yo sé si me encuentro bien o no. La vida que lleva antes de todo esto siempre fue fácil, pelear con él, llevarle la contraria, fingir que no existe, ignorarlo e incluso remarcarle en la cara que él solo era el esposo de mi madre y que no tenía más importancia que eso, se han vuelto tan insípidas. Tan tontas para mí edad. Perder ocho años en discusiones sólo porque me jodia verlo tan feliz con alguien más. Y yo sé que no estoy bien, aunque siempre le digo lo contrario. Como ahora.

-Claro, ¿por qué estaría mal? - le respondo e intento ignorarlo a pesar de que yo mismo sé que eso es imposible. Porque es un hombre que llena el lugar donde pisa y porque él me abraza por la espalda mientras besa mi mejilla y suspira. Y yo quiero alejarlo de mí y gritarle que estoy harto, pero ahora mismo necesito tanto que me toque, que mis pensamientos agresivos y poco agradables pasan a segundo plano.

-Lo siento, te he dejado de lado desde hace dos semanas. - dice y vuelve a besar mi mejilla con suavidad, acariciando su estómago y mi brazo. - no quise hacerlo, pero así evitaremos problemas.

Y yo sé que es así. Se que mientras me ignoré, mejor para nosotros. Porque existe alguien que sabe más de lo que debería y ese alguien es amigo de mi madre y sé que él jamás diría nada, pero no estoy seguro de mí mismo. Debo hablar con mi madre y pedirle disculpas por haber hecho esto, pero ni siquiera me atrevo a mirarla a la cara.

-Kevin lo sabe. - digo y en seguida detiene sus besos y me suelta. Puedo sentir la frialdad de su lejanía y el viento entre nosotros. Todo se siente mal, asfixiante hasta cierto punto, pero qué más puedo hacer o decir. Es mejor que lo sepa ahora.

-¿Le dijiste? - pregunta mirándome de esa forma en especial. Con las cejas fruncidas y todo su cuerpo emanando enojo por completo.

-¡No! - le respondo al mismo tiempo que me giro a mirarlo. Encontrando, efectivamente, aquella expresión en su cara. - ¿por qué mierda le diría? - pregunto.

Es tonto que él piense eso de mí. Que me crea capaz de hablar con alguien tan importante para mi mamá sobre mi intimidad con su esposo. Es absurdo y de solo pensarlo me da coraje, pero ¿qué mierda con él?

-¿Decirle que a quién? - todo mi cuerpo se sacude con brusquedad al escuchar la voz de mi mamá. Y al alejarme y mirarla a los ojos puedo ver como estos tiene lágrimas que resbalan por sus mejillas mientras finge no odiarme por esto.

¡Está mal!, pero tócame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora