C A T O R C E

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Emily


Mirada al frente y silencio por parte de los dos de camino a la casa que Lydia nos ha prestado para que yo pueda aprender a cómo controlar esto. No sé bien como llamarlo, ¿poderes? ¿Qué clase de poder es ser una mujer lobo? Lo único bueno que saco de todo esto es que no volveré a tener un rasguño encima y menos tener enfermedades.

Aún no tengo ni idea de cómo el chico que está a mi lado va a enseñarme a sacar unas garras de mis dedos, o unos colmillos monstruosos y por no hablar de los ojos brillantes.

—Casi hemos llegado —informa el susodicho sacándome de mis pensamientos. Me mira de forma intermitente al ver que no tengo intención de contestar—. Estás muy callada, ¿nerviosa?

—Supongo.

—No creo que se supongan los nervios.

—Es solo que lo veo todo demasiado complicado y no sé cómo voy a poder hacerlo.

—No te preocupes, yo voy a enseñarte.

— ¿Y si no aprendo?

—Todos hemos aprendido, ¿por qué tú no ibas a hacerlo?

— ¿Tu aprendiste con facilidad cuando te enseñaron?

—A mí nadie me enseñó, aprendí solo con el tiempo.

— ¿Cómo? ¿No te enseñaron los de tu... manada?

—Verás... Es que no tengo una manada, soy lo que se llama un lobo omega. Un día, un alpha me mordió, pero no volví a verlo. Cuando lo busqué, lo único que me dijeron es que sus betas lo mataron.

—Así que, eres un lobo solitario.

—Exacto. Esperaba que Scott me dejara formar parte de su manada, ya que antes nos conocíamos, y aquí estamos.

— ¿Y por qué desconfían de ti?

—Entiendo por lo que han pasado hasta ahora y es normal que no puedan fiarse de mí sin ponerme un poco a prueba.

Asiento varias veces devolviendo la mirada a la ventanilla y ver pasar a los árboles de la zona. Un poco más tarde, llegamos a la casa de Lydia, un lugar que no me trae buenos recuerdos. Justo al bajar, se puede ver la pared que rompí con Scott, ahora está tapado con una especie de tela gruesa, no puedo evitar sentirme avergonzada.

Abrimos la puerta con la llave exacta y buscamos las habitaciones en las que dejar nuestras cosas. Me siento sobre la cama pensando en echarme y quedarme dormida para así dejar de pensar.

—Bien —escucho decir a Theo justo en la puerta—. Empecemos.

— ¿Qué? ¡P-pero si es de noche!

—Lo sé, por eso tenemos que empezar ya, si no, amanecerá.

—Pero, acabamos de llegar, y no estoy preparada.

—Emily, no hemos venido de vacaciones, aunque ya me gustaría —me sonríe de medio lado, lo que hace imaginar cosas no sanas—. Y no sabemos cuánto tiempo tenemos hasta que esa bestia ataque a más personas como hizo contigo. Necesitamos refuerzos y tú puedes ser la clave.

Le miro preocupada intentando pronunciar más palabras, pero no consigo que salgan. Realmente no me veo capaz de ser la clave para derrotar a esa bestia descomunal, recuerdo perfectamente su aspecto, por no hablar de su tamaño.

—Oye —Theo se acerca a mí y se agacha para estar a mi altura—. Sé que esto es difícil para ti, pero quiero que sepas que yo voy a estar contigo en todo momento y te prometo que aprenderás antes de lo que imaginas. Pero, tienes que confiar en mí, ¿lo harás?

TEEN WOLF: FURIA | I ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora