CAPÍTULO 5. CLUB DE VARITAS CRUZADAS

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El resto de clases transcurrieron con normalidad. Después de la cena, me encontraba en la mesa de Slytherin, contándole a Theo mi hazaña con el lanzamiento del Patronus, cuando Anthony Goldstein apareció detrás de mí.

—¿Lista, Sallow? —preguntó.

—¿Qué crees que querrá Snape? Lo hemos hecho bastante bien en clase, no creo que se trate de un castigo, ¿verdad? —me preocupé mientras avanzábamos hasta las mazmorras.

El sonido de los hechizos saliendo disparados de las varitas llamaron nuestra atención. No había nadie en los pasillos, así que nos acercamos a la mazmorra de donde provenía el ruido.

Snape se encontraba en el centro de la sala, mientras estudiantes de todos los cursos practicaban duelos a su alrededor.

—¿Qué es esto? —le pregunté a Anthony, frunciendo el ceño.

—No tengo ni la menor idea —respondió.

Nos acercamos a Snape, que permanecía de pie con los brazos cruzados.

—Bien, ya estamos todos —dijo, al vernos. —Atentos —alzó la voz. —He decidido reactivar esta actividad que llevaba años desarrollándose en Hogwarts. Esto es el Club de Varitas Cruzadas. Un club donde sólo entran con invitación alumnos que tienen potencial para convertirse en verdaderos duelistas.

Miré a mi alrededor, y me di cuenta de que la mayoría de los alumnos eran de Slytherin. También había algunos Ravenclaw y Hufflepuff, pero no había ni rastro de un Gryffindor.

—A diferencia de en ese "Club de las Eminencias" del Profesor Slughorn, aquí haréis algo más que tomar el té —finalizó Snape, con desdén. —En este club, aprenderéis las artes avanzadas de duelo. Solo el talento y la determinación os harán destacar. Este club es la oportunidad para que demostréis que tenéis lo necesario para ser magos y brujas excepcionales. Señor Riddle, ya que la clase de Defensa de las Artes Oscuras le ha parecido tan aburrida esta mañana, quizá podría demostrarnos cómo se desenvuelve en un duelo —sugirió el Profesor.

Mattheo Riddle emergió de entre la multitud con una sonrisa torcida y las manos en los bolsillos de la túnica. Sin decir una palabra, se subió a la plataforma de duelo con actitud desafiante.

—¿Quién va a enfrentarse a él? —preguntó el Profesor Snape.

Todos los alumnos estaban sumidos en un silencio sepulcral, pero la expresión desafiante de Mattheo Riddle dejaba claro que no le importaba en absoluto. Miraba a su alrededor con superioridad, examinando las caras de terror de los alumnos, que rezaban mentalmente para que no les tocara a ellos.

Todos dieron un paso atrás, pero mis pies permanecían clavados en el suelo, sin poder moverme, y Snape se lo tomó cómo si me hubiera ofrecido voluntaria.

—Muy bien, señorita Sallow, suba a la plataforma —me indicó.

Tragué saliva con fuerza. No es que me apeteciera que el imbécil de Riddle me lanzara una maldición imperdonable, pero no iba a echarme atrás. Él podía ser el Heredero de Slytherin, pero yo era una Sallow. Mis antepasados se revolverían en su tumba si me negara ahora.

Sin decir una palabra, subí con determinación a la plataforma de duelo, quedando cara a cara con Mattheo Riddle, que me examinaba con una sonrisa arrogante, todavía con las manos en los bolsillos.

—¿A qué estás esperando? —lo desafié, sacando mi varita y sosteniéndola con fuerza.

Él imitó mis movimientos, con una sonrisa burlona. Nos aproximamos el uno al otro, hasta que estuvimos lo suficientemente cerca para percibir su perfume con notas de ámbar, madera y humo de cigarrillos.

El Legado de la Oscuridad (Parte I): El Heredero de SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora