¡Sorpresa!

951 101 14
                                    


Izuku miraba con horror las pruebas de embarazo enfrente de el. Estas estaban en la encimera del baño desde hace unos minutos, todas habían dado un positivo certero. Izuku se sentó mientras lloraba en el frío piso del baño, acaba de enterarse que tenía un feto en su vientre. Habían pasado 5 semanas desde el desliz que había tenido con Bakugo, después de esa noche, había huido dejando todo atrás, todas estas semanas trataba de olvidarse del sentimiento de volver a tener a Kacchan acariciando su piel, cara a cara después de tantos años, pensaba que solo había sido cosa de una vez, pero ahora lo dudaba.

No estaba seguro si Katsuki también quería esto, ni siquiera lo conocía, no sabía que había sido de su vida después de la preparatoria, sabía que era un boxeador pero nada más, el chico que conocía se había esfumado y eso lo sabía muy bien. Además, un bebé era una gran responsabilidad, para siempre, y el vivía en un pequeño departamento que apenas podía pagar, y sobre todo lo demás, estaba su carrera como bailarín.

Toda su vida se había preparado para entrar a la academia más prestigiosa, lo único que se interponía era el permiso del doctor para volver a practicar después de su lesión, pero si esas pruebas estaban en los correctos su carrera se iría al carajo sin siquiera haber empezado, tenia veintiuno y deudas hasta el cielo, un bebé no era para nada lo que el esperaba.

Decidió darse un respiro y tomar la pruebas metiéndolas en su mochila, salió del baño de la academia hacia el salón donde daba clases a los más pequeños.

—¿Izuku? ¿Estás bien?—Su mejor amiga Uraraka lo miraba con preocupación al verlo tan decaído.

—Si es solo que...

—Puedes tomarte un descanso si quieres, yo cubriré tus clases.

—No puedo pedirte eso, es demasiado.

—No exageres, es solo una clase.—Dijo su amiga sin tomarle mucha importancia.

—Creo que me ayudará distraerme con los niños, pero ¡Gracias!—Izuku sonríe grande y se retira a una de las grandes puertas de la academia. Era un lugar de estructura antigua parecida a la de Francia, se escuchaba la música clásica en cada salón que pasabas y las órdenes de los profesores a sus pequeños alumnos, el solo recuerda su primer día ahí. Era pequeño y un omega, todos decían que tendría éxito en el ballet competitivo, lo cual, fue cierto.

—¡Profesor Zuzu!—Una de sus alumnas lo intercepta de camino a la clase.

—¡Eri! Vuelve a la clase, estaré ahí en un minuto—La niña le dedicó una sonrisa y se fue directamente a las puertas del salón con su nuevo tutu rojo.

Izuku intentó relajarse, tomó aire y lo exhaló necesitaba quitar todo de su mente y centrarse en lo que venía. Pero no podía evitar mirar a todos esos niños y pensar que un día su hijo podría estar en esas aulas emocionado y nervioso antes de su primera clase.

—¡Buenos días profesor Miridoya!—Gritaron todos sus estudiantes al unísono.

—¡Hola pequeños! Veo que han estado calentando como les enseñe—Los niños asintieron y se pusieron en sus respectivas posiciones.

La clase pasó sin problemas, calentaron un poco y jugó un poco con los niños para que se sintieran más cómodos, luego inicio la coreografía. Era un poco difícil hacer los pasos con su pierna vendada pero era un nivel básico y simple así que no era un gran impedimento, su clase era la mejor portada y todos amaban a su profesor Zuzu por sus pecas y su olor a dulce de leche.

Despidió a la clase después de tres largas horas, se fue a casa con un ardor en la boca del estómago y tomó el tren en la estación cercana. Lo cual lo empeoro, tenía unas grandes ganas de vomitar y estaba mareado, pero de ninguna forma se iría a casa caminando, tomar el autobús era casi igual, los taxis eran demasiado caros y ni hablar de un auto para si mismo, ni siquiera sabía si su complejo de apartamentos tenía aparcamientos.

Llego en peores condiciones y casi se echo a llorar cuando vio que la calle era cuesta arriba. Las camino con sudor, ya estaba harto, quería llegar a su casa y dormir hasta que fuera el día siguiente, sentía sus articulaciones encogerse cada vez que daba un paso, si, debería considerar comprar un auto. Cuando llego al edifico había un auto lujoso estacionado en la entrada, un tipo rico era pariente de alguno de sus vecinos.

No le tomó importancia y siguió su camino, sus piernas fallaban y por fin, vio el número diez en su puerta, justo antes de sacar su llave vio a un hombre de espalda ancha vestido formal esperando justo al lado, esperaba que no fue un cobrador, pero cuando ese volteo miró el rostro con horror.

—¿Kacchan?—Dijo con horror.

El nombrado estaba apoyado en la pared viendo su teléfono totalemente ajeno hasta que vio cómo llegaba Izuku.

—¡Joder! ¿Por qué tardaste tanto? Llevo esperando horas.

—Pues no sabía que ibas a venir, tampoco creí que recordaras mi dirección.

—Pues, sigues viviendo aquí desde la secundaria, sería un mal ex mejor amigo de la infancia si no lo recordará—Se le había olvidado decir ex novio.

—Bien ¿Que haces por aquí?—Dijo Izuku aún temblando por lo nervioso que estaba.

—Tradición del viernes después de una pelea, tú sabes lo de haces años.—Dijo en un murmuro casi inaudible levantado una bolsa de ramen y sake.

Dios, no lo recordaba, bueno si, cuando estaba en preparatoria cada vez que el rubio ganaba una pelea, celebraban en su casa, había comida y bebida, se besaban y veían un película. ¿Pero por que hacía eso ahora? Habían pasado meses desde que se habían reencontrado en la fiesta, no tenía sentido que decidiera llevarse bien de la nada y arreglar cosas pasadas.

—No te entiendo Kacchan, han pasado semanas, no es momento para que quieras revivir cosas de niños.

—¡Mierda, es que si no lo resuelvo-

—¿Resolver qué?

—Creo que somos destinados.

Y eso le callo como un balde de agua fría a Izuku.





Mistake (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora