Capítulo Veinte

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Platicas al amanecer

Mikaela.

Entro al almacén donde se encuentra mi madre limpiando algunos libros viejos. Va vestida con un traje largo de manga larga, su cabello rubio va suelto. Algo que he heredado de mi madre sin duda han sido sus curvas, y con el tiempo, la elegancia que porta.

–No entiendo como no contratas a una persona que limpie por ti mamá. –digo rodando los ojos.

–Oh, hola mi niña –dice ella sonriéndome—tu padre te está esperando en la cocina.

–Que bien, quiero hablar con ambos—digo incluyéndola—es muy importante.

Ella entiende y rápidamente suelta el pequeño trapo y camina junto a mi hacia la cocina.

–Tu chico llego no hace mucho, me imagino que esta con tu padre. –dice mientras caminamos.

–Vi su auto en el estacionamiento. –le respondo al llegar a la cocina.

Como era de esperarse, mi chico está conversando alegremente con mi padre mientras toman un trago. Sonrío acercándome a él y dándole un pequeño beso en la boca.

–Te ves hermosa hoy. –dice en forma coqueta.

–Siempre lo estoy cariño. –digo guiñándole un ojo.

–¿Querías hablar conmigo querida? –pregunta mi padre mirándome serio.

Asiento levemente mientras me quito los guantes con mucha calma.

–Necesito tu ayuda—el me mira y entrelaza los dedos con mi madre—necesito de tus hombres.

–¿Mas para ti? –pregunta mamá confundida.

–No, no son para mí. –digo y ellos me miran atentos—necesito proteger a alguien.

–Te los daré con mucho gusto. –responde el—pero necesito saber para quien es.

Suspiro y saco mi celular buscando una foto, al encontrarla se la enseno rápidamente. Mi padre se sorprende y rápidamente me mira con una pizca de preocupación.

–Hable con él hoy, y sé que planea algo, aunque lo haya negado. –digo guardando mi celular— no quiero que sufra esta vez.

–Por supuesto que no lo va a hacer. –responde mi madre—le podemos ofrecer la casa como refugio.

–No madre. –digo rápidamente—ella no sabe que él está aquí, y no quiero que su madre entre en desesperación.

Ella asiente no muy convencida y mi chico observa todo confundido.

–Me gustaría que algunos de tus hombres vigilen la casa, pero no se acerquen lo suficiente como para que se den cuenta. –digo colocando un mechón detrás de m oreja.

–Pondré a mi mejor guardia a vigilarla y a donde va. –dice papá sacando su celular—no te preocupes, ella estará a salvo esta vez.

–Espero así sea padre. –digo sonriendo.

Me despido de ambos con un beso en la mejilla y mi chico hace lo mismo, él se dirige a su auto y yo me dirijo a donde mis guardias.

–Iré sola, los veo en la casa, síganlo. –digo en modo de orden y ellos rápidamente se dirigen a las pequeñas camionetas.

Me dirijo a la cochera y al entrar observo mi auto la cual es un Nissan GT-R. lo compre hace unos meses, pero no le he dado mucho uso. Subo a él y salgo de la mansión camino a casa.

Al llegar, me estaciono y entro a la casa encontrándome con mi chico sentado en las escaleras. Le sonrío mientras él se pine de pie y se arrodilla para comenzar a quitar mis tacones.

Una Nueva VisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora