Epilogo

10 1 0
                                    


Cuatro años después.

Me gradué hace unos tres meses, cumplí mis veinticuatro años y pasé tres semanas en recuperación, al salir me pinté el cabello de un color negro, porque quería borrar los recuerdos de esa noche. No puedo evitar aun sentir la tristeza abundar mi alma, siento que falta una parte de mí, cuando físicamente estoy completa. Mi hermano comenzó una vida nueva en su propia casa con Amanda, y esta a punto de cumplir sus veintisiete años. Decidió elegir la felicidad, y agradezco que este cumpliendo todo lo que un día soñó, y bueno yo prometí dejar el pasado en el pasado, y seguir adelante con mi terapia luego de pasar tres semanas en coma, supongo que así es la vida. Observo como los niños corretean en el parque mientras algunos otros niños los persiguen. Sonrío al recordar esa época donde me perseguían u jugábamos a las escondidas. Sharon se sienta a mi lado y me tiende un helado mientras se come el suyo.

–¿Recuerdas esos tiempos? –pregunta mirando a los niños.

Asiento levemente en silencio y me quedo observando el helado en silencio. Ella se da cuenta que no le doy un bocado y suelta un suspiro.

–Podrás seguir, siempre lo has hecho –dice depositando un beso en mi frente.

–Lo se. –suelto con la voz ronca.

–Tienes que esperar a que todo dentro de ti sane. –dice sonriéndome.

–¿Cómo puedo sanar si él no está? –digo observándola—dímelo Shar, dímelo.

Sus ojos me miran con dolor y me abraza, siento que me desvanezco y comienzo a llorar en sus brazos a mitad de un parque.

–Tienes que hacerlo, no puedo verte así de nuevo –dice limpiando mis lágrimas.

–No esta, no puedo verlo, no lo puedo abrazar. –digo con dolor.

–Puedes hacerlo, sé que puedes –dice acariciando mi mejilla.

–Quiero pasar por el cementerio antes de llegar a casa. –digo limpiando mis lágrimas.

Ella asiente lentamente y me dirijo a la camioneta junto con ella en un silencio cómodo. Condice hasta el cementerio y le pido que se quede dentro del auto mientras me bajo y me adentro en el cementerio. Llego a la lápida y leo el nombre y mi cuerpo se tensa. Me arrodillo en el pasto y me preparo para hablar.

–Tuviste una parte de mí. –comienzo diciendo—lamento que esto haya terminado en esta situación, no te lo deseaba.

Siento un nudo en mi garganta y suelto un carraspeo para poder continuar.

–A pesar de todo, quiero que sepas, que te he perdonado –digo observando su nombre—he perdonado lo que me hiciste.

Una mano se posa en mi hombro y me fijo que Mikaela se encuentra a mi lado.

–No era el final que esperábamos –dice mirando la lápida—te he amado desde que nací, pero quiero que sepas, que nunca te tuve rencor –dice soltando un sollozo—merecías otro final, pero uno donde de verdad, pudieras arreglar tu vida.

Asiento lentamente y abrazo a Mikaela.

–Te perdonamos ambas Rich. –dice abrazándome.

Me levanto del pasto y camino con Mikaela en silencio.

–Astrid–dice ella deteniéndose y yo la observo—lo siento.

–Si nunca dijiste nada, era porque querías protegerme –digo sonriéndole con tristeza.

–Quise compensarlo con algo –dice tendiéndome un papel—léelo.

Abro el pequeño papel en mis manos y observo lo que está escrito en el.

Una Nueva VisionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora