Capítulo XXII

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—El hospital.
Daniela.

Tomamos nuestras manos y las entrelazamos sin decir palabra alguna, en estos momentos solo nos tomamos de la mano y guardamos silencio.

Nos conocemos lo suficiente como para saber que las palabras no valen nada, pero que el demostrar que siempre estamos ahí el uno para el otro, es suficiente para sentir el calor del otro.

Llevamos dos horas en el hospital, aún están atendiendo a Isabela, pero por alguna razón que aún no sabemos, no nos permiten verla.

Mi madre salió hace como diez minutos a la cafetería, y nosotros nos encontramos en la sala de espera, esperando a que nos den algunas noticias de Isabela.

—Daniela, ¿Puedo hablar contigo un momento? —siento la cálida mano de mi madre tocar mi hombro.

—Regresaré en un segundo —le aviso a Asher, quien solo asiente y se queda mirando a la nada.

Me levanto y camino hacia mi madre, quien me guía hacia el pasillo silencioso del hospital.

—Hija, tengo una mala noticia que darte —empieza a decir.

—¿Te vas? —pregunto esperándome eso y no otra cosa.

Suelta un suspiro—. Yo... Uno de los socios decidió jubilarse, y... Mudarse a otro continente, así que rompió la sociedad en un momento que no era el mejor para la empresa. Y si mañana no logramos hacer ese trato con los inversionistas interesados de los que te hablé anteriormente, puede que la empresa se vaya a la quiebra.

—Ve tranquila, madre, yo ya estoy acostumbrada a esto —lágrimas empiezan a acumularse lentamente en mis ojos.

—Te prometo que solo serán unos días hasta que se concrete el trato, y yo volveré contigo, te lo prometo...

—Te estaré esperando, madre —por seis meses, o quizás un año, realmente sus viajes son cada vez más largos. Pero no quiero que se preocupe por mí, ya tiene mucho con tener que lidiar con una empresa que puede quedar en la quiebra.

—No los dejaré solos esta noche, me quedaré aquí con ustedes, al menos hasta que amanezca y pueda mandar a alguien de confianza para que se queden con ustedes —asiento ante sus palabras, y después de derramar algunas lágrimas en sus brazos, vuelvo con Asher.

—Asher —susurro. Este me mira directamente a los ojos, y después de algunos minutos hace lo que no había hecho en toda la madrugada: llorar.

Llora en mis brazos, en aquella sala de espera, mientras todas las personas se van y todo se vuelve silencioso y solitario.

—Tengo tanto miedo —acaricio su cabello, mientras siento como este se escabulle en mi pecho y llora.

—Tu mamá es fuerte, ella estará bien. Ya ha soportado todo este tiempo, es obvio que también soportará esto, no pasará de una leve influenza —le aseguro.

—Es ese el problema —hace una pequeña pausa—. Mi mamá no tiene fuerzas para soportar siquiera una ligera influenza.

—No digas eso, Ash. Estoy segura de que sí podrá, conozco a Isabela.

—Ella... Ella acaba de recuperarse un poco de su recaída, una influenza... Una influenza puede ser mortal para ella. Te recuerdo que mi madre tiene lupus, su cuerpo lucha contra su cuerpo. No tiene con qué vencer una influenza.

—Sé que quizás el momento te hace ser pesimista, pero tienes que tener fe de que tu madre superará esto.

—¿Que superará esto? —pregunta como para sí mismo—. El único que debe superar y dejar de ser y actuar como un niño soy yo. Si quizás no te hubiese tomado tanto en serio, si hubieses sido mi mejor amiga, quizás ella no se hubiese forzado en reconciliarnos... No se hubiese mojado con el agua fría de la lluvia.

🍒Desvírgame [+18]🍒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora