🍒Desvírgame [+18]🍒

Capítulo XXI

--La ​​ducha.

Daniela .

—¿Si? —me volteo hacia él.

—Sí quiero aprender mucho contigo a mi lado, quiero aprender de todo... Siempre que estés ahí —camino hacia él lentamente hasta que me encuentro parada frente a él.

Nuestros ojos están conectados, todos nuestros recuerdos se reflejan en estos.

Nuestras respiraciones son lo único que se puede escuchar en el ambiente.

Y nos quedamos algunos segundos en silencio... Comprendiéndonos.

Sabiendo lo que el uno quiere del otro, y también reconociendo todo el daño que nos hemos hecho, la mayoría de veces o todas las veces, siendo yo la que hace daño.

Pero ya no importa, simplemente nos estamos perdonando en medio de un silencio profundo.

Y nos abrazábamos como hace tiempo no lo hacíamos...—. Asher... —susurro, mientras que con lágrimas resbalando de mis mejillas, acaricio su pelo mojado.

—Yo te amo, Ela —puedo notar por la ahogada que se escucha su voz que él también está a punto de llorar, pero eso es lo que menos importa ahora.

—Yo también te amo, Ash.

Después de algunos minutos, dejo de esconder mi cara en su cuello y lo miro directamente a los ojos, mientras me carga.

No pasan muchos segundos antes de que sus provocativos labios atraigan a los míos y nos fundan en un delicado, pero a la vez tan desesperado beso.

A pesar del frío que sentimos con nuestros cuerpos empapados, no sentimos frío cuando estamos tan cerca, cuando nos acariciamos lentamente el corazón.

Nuestro ritmo es delicado y suave, pero es tan desesperado que ni siquiera nos deja notar lo que pasa a nuestro alrededor.

Estamos tan desesperados que es evidente lo mucho que nos necesitábamos, y la falta que nos hacíamos.

Simplemente, somos dos chicos empapados que nos besamos como si el final del mundo se estuviera acercando a la velocidad de la luz.

Hasta que siento un gran dolor en mi oreja que me hace separarme de Asher y soltar un quejido de dolor.

—¿Mamá? —¡¿Pero qué...?!.

—Es hora de que nos vayamos, ¿No crees, señorita? —me pregunta, mientras señala su reloj—. Tenemos algo muy importante de que hablar —murmura para que solo yo la escuche.

—Por favor, quédense a dormir aquí, es muy tarde ya, además está lloviendo muy fuerte, irse sería muy peligroso para ustedes.

—Asher tiene razón, mamá, además, podemos hablar de ese tema mañana —exclamo.

Mi madre se nos queda viendo algunos segundos con los ojos entrecerrados—. Solo espero que recuerden que todavía son muy jóvenes, y que Isabela y yo no nos haremos cargo de ningún nieto.

—Siempre dicen eso —exclama Asher. Mi madre se voltea hacia él con una mirada helada—. Sin necesidad alguna porque obviamente no le daremos ningún nieto, no ahora.

Después de algunos segundos de miradas heladas y de advertencias, mi madre empieza a subir las escaleras—. Veré a Isabela, la pobre se empapó con la lluvia.

—Es cierto, estamos tan centrados en nosotros que ni siquiera nos dimos cuenta de que tu madre podría estar resfriada.

—Iré a ver cómo está, espérame en la habitación, ¿Si? —asiento, y ambos empezamos a subir las escaleras.