Existen momentos en la vida en los que sabes que estás a punto de adentrarte en algo cambiará el transcurso de las cosas. Ese momento exacto en el que sientes el nerviosismo inundando tu cuerpo; el cosquilleo asentándose en las puntas de tus dedos. Estás ahí, a un paso. Eso por lo que te has preparado, eso por lo que has venido. Está ahí. Solo queda acercarse un poco más.
Harry se sentía en la terraza de un edificio de Nueva York, escondido en la oscuridad, en posición para disparar a alguien como si no se tratase aquella de su primera misión de verdad: iba a matar.
Era, por primera vez después de tanto tiempo, su oportunidad para probar de qué estaba hecho. Tenía que demostrar su valía. No podía fallar. Y estaba tan emocionado, así como asustado.
Y Harry sabía que ese no era el mejor ejemplo para representar cómo se estaba sintiendo ahora mismo —ahí con Louis—, porque la situación no era para nada igual. Aun así, no podía dejar de pensar que el sentimiento era tan parecido, solo que acá no creía estar tan preparado. No lo estaba, en realidad, porque no sabía qué mierda hacer. No sabía cómo actuar.
Por lo menos, allá en Nueva York, sabía que era disparar a matar, y ya está. Pero aquí, con Louis, estaba tan a la deriva. No sabía con exactitud cuál era el plan. Sabía que sucedería —que se acostarían—, las vibras estaban en al aire. Y él quería que pasara también.
Recordó como había sido su primera vez con Valentino: se había sentido igual de nervioso, incluso peor; pero Valentino era un hombre seductor, cuya galantería te hechizaba de tal manera que ni siquiera te dabas cuenta cuando ya estabas en una cama con él. Valentino no perdía tiempo. Sus manos iban directo a los lugares indicados, su lengua también. Con él era saber exactamente qué era lo que iba a pasar: te cogería. No había más vueltas. No había otros trucos. Era eso. Simple y llanamente eso.
Sin embargo, con Louis no mentía cuando se decía a sí mismo que no tenía la menor idea de cómo iba a suceder. Entendía que Louis no era como Valentino, y eso le encantaba, porque él no quería que le tratara igual. Y aun así, el no saber cómo se manejaba Louis le hacía navegar en tal incertidumbre que podía notar la inseguridad en su ser, incluso hasta la timidez.
Y él no era tímido en la cama, maldita sea que no lo era. Pero allí, con Louis, no quería equivocarse. No quería quedar como un desesperado, promiscuo y sucio omega. Por lo que, no sabía cómo ser.
¿Qué se suponía que tenía que hacer? No sabía siquiera dónde colocar sus manos mientras lo besaba, y la posición en la que estaban sentados no le ayudaba mucho. Y no era como si no le gustara, o sea, le agradaba como un comienzo que ambos estuviesen sentados con sus piernas cruzadas, tal cual indios, mientras se besaban con sus rodillas rozando. Era un comienzo lindo, tierno, porque había una cierta inocencia mientras lo hacían. Era como volver a tener diez años, sentado en el pasto entre los árboles del jardín, descubriendo cómo dar besitos con su compañero de escuela.
Los imaginaba así, como dos niños que se acercaban con sus labios extendidos, se daban un pico y luego retrocedían de golpe, riéndose por lo que sea que haya sido eso, y luego lo volvían a intentar una y otra vez.
En realidad, eso nunca había pasado en su vida, porque su primer beso se lo había dado una niña, y había sido contra un árbol de pie y no había sido tan lindo o tierno. Y fue solo una vez. Le hubiese gustado, ahora que lo pensaba, que hubiese sido con un chico, justo como lo estaba ahora con Louis. El asunto era que ahora no tenía diez años. No eran niños inocentes en el recreo de la escuela que no sabían qué pasaba más allá de los besos. Eran adultos y aquellos que se daban no eran solo picos. Eran besos de verdad en los que sus bocas no tenían miedo de introducir la lengua donde ya dejaba de ser la cavidad de uno, donde la saliva ya no se diferenciaba, y donde Harry ya quería ser uno solo con él.
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cherry wine ❧ larry
Fanfiction1990. Pasaron dos años desde que la guerra entre las dos familias más poderosas de la mafia siciliana instaladas en Nueva York comenzó. La paranoia abunda entre los Berlingieri, quienes temen ser traicionados por sus mayores aliados: los famosísimos...