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Harry no lograba quitar de su mente aquella conversación que había mantenido con el alfa esa misma mañana. Solo gracias a él se dio cuenta de su error. ¿Cómo había podido? Diablos, ¿cómo habia podido tratar de aquella manera al joven Louis? O sea, ¿quién se creía él? Sí, era un Vianello, pero ¿acaso eso le daba derecho a faltarle al respeto de aquel tan insolente modo? ¿Cómo había podido poner su egocentrismo por encima de su papel, de su trabajo, de su seguridad? Mierda, estaba tan decepcionado de sí mismo.
¿En qué clase de ególatra y descarado omega se había convertido? Carajo, ¿por qué no fue más humilde? Más tranquilo, más reservado. ¿Por qué no se comportó como un simple omega educado? ¿Por qué no supo seguir el papel? El no era así. El sabía comportarse. Sabía actuar perfectamente sus papeles. Sabía mantenerse en la línea. Sabía ser un buen chico. Y, de hecho, él normalmente era callado e introvertido. Del tipo de omegas que solo observan, analizan y callan. Porque una simple palabra en el momento equivocado podría costarle la vida. Entonces, ¿por qué de la nada decidió soltar la lengua? ¿Por qué con Louis? ¿Cuándo fue que la situación cambió para él? ¿Cuándo fue que pasó a ser terreno seguro?
No, Harry, estas no son unas vacaciones. ¿Cómo pudiste llegar a pensar de ese modo? ¿Cómo? No, maldita sea, no. No has venido a relajarte. No has venido a pasarla bien. Has venido a cumplir tu maldito trabajo. ¿Puedes comportarte como tal o vas a seguir jugando con tu destino?
Vergüenza. Harry se daba vergüenza. ¿Qué clase de profesional era? Dios, pero si no era más que un tonto y caprichoso omega queriendo sentirse libre y poderoso en un mundo de alfas. No, él no era el mejor omega. Él solo era otro de los tontos que morían. ¿Qué se había creído? Era un tonto. Un tonto omega que había sido puesto en su lugar.
Su autoestima había descendido estrepitosamente. Su animo cayó en compañía. Y ahora solo tenía ganas de llorar. Porque era justo en ese momento en que toda su vida pasaba por su cabeza. No era más que felicidad consumida por los ases del destino. No veía allí más que humillación, menosprecio, desvalorización.
Y recordaba, de pronto, la pistola en su cabeza, la cama mojada, el sudor frio resbalando por su cara. Un llanto contenido, el aliento retenido. Fue aquel disparo que nunca se dio. Aquella vida que persistió. Una vida obligada a pasarla en una prisión sin rejas de la que hizo su hogar.
Allí, olvidado en las sombras de aquella construcción, derramó la sangre entregada al diablo en su esmero por ser el mejor. Esfuerzo que nadie nunca valoró.
¿Y todo para qué? Para ser…
Sus pensamientos se cortaron. Harry abrió los ojos con sorpresa cuando Louis lo atrajo hacia su cuerpo, rescatándole inesperadamente de aquella corriente de pensamientos en la que había caído.
—Recuérdeme quien debía tranquilizar a quien —murmuró Louis antes de presionar suavemente sus labios sobre la frente del omega. Harry se dejó, preocupado al darse cuenta de que no se encontraba centrado en la situación. Estaba perdido, apagado en su sitio, vagando en sus pensamientos que no hacían más que destruirle de a poco. Había tristeza en el aire. ¿Su tristeza? No era posible, ¿había dejado que sus feromonas fluyeran?
Harry cerró los ojos con fuerza y respiró hondo, acurrucándose contra el pecho del alfa, buscando encontrar la tranquilidad que había perdido hacía rato.
Estaban dentro de un auto con más personas en el. ¿Hacia donde se dirigían? Harry no tenía idea. Se había perdido en algún momento del mediodía. Habían almorzado en el hotel, de eso se acordaba. Pero para entonces su mente ya había empezado a divagar, volviendo una y otra vez a aquella charla que tuvo con el alfa. A aquella humillación.
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cherry wine ❧ larry
Fanfiction1990. Pasaron dos años desde que la guerra entre las dos familias más poderosas de la mafia siciliana instaladas en Nueva York comenzó. La paranoia abunda entre los Berlingieri, quienes temen ser traicionados por sus mayores aliados: los famosísimos...