Harry podía sentir la mirada de la gran mayoría de los familiares de Louis puesta en él. Bueno, en Louis y en él. Aún así, Harry no estaba nervioso ni incómodo por ello. Que mirasen todo lo que quisiesen. Él no iba a intimidarse. Al contrario, con su postura fresca y equilibrada, sonreía ligeramente con sus codos sobre la mesa y sus manos entrelazadas a la altura de su mentón. Fingía sentirse complacido de estar allí, rodeado de desconocidos italianos.
Se encontraba junto a Louis en torno a una amplia mesa del suntuoso restaurant del hotel. Era, en efecto, la mesa con más gente que albergaba el salón. Y todos italianos. Familiares de Louis recién llegados de Sicilia, por lo que había entendido.
A Harry le resultaba más que curiosa la situación. A cada rato se preguntaba cómo debía sentirse Louis, qué debía de estar pensando, cómo la estaría pasando. Porque, según su padre, Louis había quedado vetado de Italia por lo que había hecho con su primo. Y ahora la familia estaba aquí, y Harry percibía en el ambiente la tensión para con el alfa de marchitados ojos azules.
En especial con el abuelo, su nonno, un anciano hombre que aún se conservaba en buen estado con su esmoquin y su canoso cabello engominado hacia atrás. En cada oportunidad que dirigía su pedregosa mirada hacia Louis, lo hacía con desprecio, con desdén. Harry se daba cuenta de que el alfa fingía no estar atento a ello.
Louis era el único que casi no hablaba. Mientras que todos los demás mantenían una fluida y más que amistosa y ruidosa charla que se desenvolvía en siciliano, Louis solo se mantenía callado.
Hacía mucho tiempo que el omega no oía charlas entre sicilianos, por lo que le costó un poco entender al principio. Pero tras afinar su oído, consiguió estar más o menos a la par de ellos y entenderlos en general. Debía estar atento, por si el tema de la presente guerra que había entre las familias de Nueva York salía a colación. Sin embargo, en ocasiones hablaban tan rápido y algunos tan encima de otros, subiendo estrepitosamente su tono de voz, que a Harry le costaba seguir el hilo. Pero se notaba que hablaban de cosas vanas.
Harry casi se había olvidado de lo tan enérgicos y fervientes que a veces solían ser los italianos para hablar, con aquel bonito cantito que ellos parecían no darse cuenta que se les formaba al parlar con su acento.
Era entretenido escucharlos, pero Harry no podía negar que era ciertamente inhibidor para alguien de afuera. Si bien él conocía el idioma por su padre, quien le enseñó de pequeño, estaba seguro de que jamás lo podría hablar con tal vehemencia, ni seguirles aquel ritmo, ni conseguir aquella sublime sonada. No, el era muy americano. Y creía suponer que, quizás, Louis también. Pues, no se asemejaba en nada a sus familiares. O, quizás, simplemente era que, tras decepcionar a su parientes italianos, él ya no se sintiera tan parte de ellos y por tal se mantenía tan silencioso, tan desanimado. Harry supuso que eso era lo que pasaba.
Louis no estaba sintiéndose cómodo. Harry lo veía; veía lo tenso que se encontraba. Quería ayudarle. Quería hacerle sentir mejor. Pero qué demonios, se suponía que era su omega, por supuesto que su trabajo era hacerle sentir mejor.
Se relamió los labios y, sin pensárselo mucho, se inclinó hacia su derecha, hacia el alfa, y se recargó con delicadeza sobre su hombro. Louis se sobresaltó un poco bajo su inesperado contacto. El alfa miró hacia él y, al instante, quizás comprendiendo su intención, se relajó sobre su asiento y estiró un brazo para envolverlo por su espalda baja. Harry se dejó, arrimando su silla con el fin de estar todavía más cerca del alfa y, a su vez, más cómodo.
Su mejilla descansaba sobre el hombro del otro, teniendo la nariz tan próxima a su cuello que el sólido aroma del alfa se filtraba por completo a través de sus fosas nasales. Oh, Louis olía fuertemente a tierra húmeda, justo después de una tormenta, a madera fresca y tabaco. Le hacía sentir justo como en su casa tras el diluvio de una tempestad pasada, en el preciso instante en el que el cielo se despejaba y un arcoíris se formaba. Y él allí, acobijado en el porche, percibiendo en la brisa húmeda y fría el cálido aroma de la tierra mojada mezclándose con el olor a tabaco que dejaba su padre impregnado.
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cherry wine ❧ larry
Fanfiction1990. Pasaron dos años desde que la guerra entre las dos familias más poderosas de la mafia siciliana instaladas en Nueva York comenzó. La paranoia abunda entre los Berlingieri, quienes temen ser traicionados por sus mayores aliados: los famosísimos...