❦ catorce ; alegoría de la caverna ❦

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(playlist para el capítulo)

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Sin pensamientos, sin emociones, sin nada más que un corazón que continuaba bombeando sangre de forma involuntaria, Harry se mantenía perdido en la oscuridad del vacío; un vacío que ni siquiera le provocaba dolor. Ya no sentía nada. Ya se había rendido. Ya se había dejado vencer y ahora solo flotaba en la nada misma. 

Ya no le importaba a dónde se dirigía. Ya no le importaba en dónde terminaría. Ya había sido todo. Había sido todo para él. 

No, no había sido todo. 

No, eso no podía ser todo. 

Harry consiguió volver a la realidad cuando, tras estar por quién sabe cuánto tiempo perdido en aquel trance, pensó en Valentino. Fue como una jodida revelación. Su mente se restauró con aquel nombre. Su sistema se reinició de aquel bloqueo y, de pronto, se vio a él mismo acostado en su cama, cubierto por una manta y, a su lado, Zayn dormía apegado a él —muy apegado a él—, quizás, en un intento de no caer de la cama (no había mucho espacio para los dos).    

Harry no podía seguir estando allí. Necesitaba levantarse. Necesitaba hacer algo. Con mucho cuidado de no despertar al alfa, Harry abandonó su cama, sigiloso, silencioso. Se aproximó a la ventana de la habitación: apenas estaba amaneciendo. 

¿Qué hora era? ¿Dónde había quedado su reloj despertador? Harry miró a su alrededor: su habitación era un caos, y recordaba perfectamente porque había quedado así. 

Y oh, allí estaba su reloj: roto. 

Todo a su alrededor, e inclusive sus manos vendadas, fueron una clara muestra de que todo fue verdad. No, no había sido un mal sueño. No, no se había imaginado nada. Ahí estaba, frente a sus hinchados y cansados ojos, el caos de la realidad. 

El omega no supo si había llegado a dormir algo. No le importó, así como tampoco le interesó el volver a acostarse, pese al agotamiento que parecía tener su cuerpo. No, al contrario de verse tentado a acurrucarse junto al calor de aquel alfa que descansaba en su cama, Harry se fue de la habitación tras calzarse. 

Pasó por el baño, en donde aprovechó para tomarse una ducha y cambiarse las vendas. Regresó a su habitación en silencio y, luego de asegurarse que el alfa seguía dormido, se vistió. Buscó en sus cajones sus predilectas armas y las acomodó debajo de su ropa; no eran más que dos finas navajas sostenidas en cada uno de sus tobillos y una pistola en un costado de su espalda, fijada con su funda. Al bajar y entrar en la sala advirtió, con el reloj que se alzaba allí, que apenas iban siendo las seis de la mañana. Desayunó un trago de whisky y, al ver la paquete de cigarros de Zayn en la mesa de la cocina, se vio seducido de encenderse uno; no era la primera vez que lo haría.  

Repasó en su mente lo que haría mientras fumaba aquel cigarro. No pensaba hacer nada de otro mundo: él solo quería hablar seriamente con Valentino. Ya le había quedado claro que ahora no podía salir a la luz como un sicario de los Berlingieri, por el solo hecho de que allá afuera ya había una familia mafiosa que le conocía, y no como tal. Eso lo entendía, y no era culpa de Valentino; y sin embargo, ¿que había de lo demás? ¿Qué pasaba con todas aquellas barbaridades que Zayn le había soltado? ¿Valentino realmente le había manipulado todo ese tiempo? ¿Realmente era él, Harry, el resultado de un trabajo bien logrado de amaestramiento? ¿Él era solo eso, solo un omega amaestrado para serle fiel a aquel alfa? 

cherry wine ❧ larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora