❦ veinte ; lo que podríamos ser ❦

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Había calma en el interior de Harry. Una calma que no creía recordar haber sentido antes. Al menos no de la manera en la que se encontraba sintiéndola justo ahora: tan plena, tan armoniosa. Era como si de pronto todo estuviese en su lugar. Como si cada pieza encajara. Como si estuviese por fin en el lugar en el que debía estar con las personas que debía estar, y entonces había calma.

Era como el momento ideal para que su omega simplemente se acurrucara junto al fuego, cerrara los ojos y se relajara, disfrutando del ambiente acogedor. De las voces de aquellos italianos que no paraban de charlar, de las risas, de los aromas. De lo cálido que era encontrarse allí, justo sobre el pecho del alfa en el que ya tenía toda su confianza depositada.

No había dudas en ese momento: Harry se sentía en un lugar seguro. Uno en el que podría tranquilamente quedarse dormido sin miedo a que le pasara algo. Pero no iba a quedarse dormido.

Harry abrió los ojos, recordando de pronto aquella primera noche que pasó en La Vegas. No, Dios mío, no podía volver a quedarse dormido. Así que se apartó del cuerpo del alfa e intentó despabilarse al recoger de la mesita central su copa de champagne. No estaba muy llena, pero eso no importaba. Bebió de un trago lo que quedaba. Hizo una ligera mueca al percibir lo caliente que estaba. Era un asco. Fría no estaba tan mal, pero aun así no entraba en sus bebidas favoritas. En especial porque era bebida de ricos. Bebida que a él nunca le invitaron. Peor aún, bebida que ni siquiera veía de cerca porque no estaba presente en esas reuniones de ricachones como para que le invitaran una copa.

No, no era una bebida para los de su clase.

Pero ahora era diferente. Ahora si estaba presente. Ahora si tenía el privilegio de aceptar o rechazar una copa de champagne. ¿Y lo mejor de todo? Las personas con las que ahora se encontraba no se parecían en nada a los ricachones que frecuentaban la mansión Berlingieri. Es decir, todo en aquella mansión era tan protocolar cuando de reuniones o fiestas se trataba; Harry lo había visto. No existía lo casual. Todo era tan rígido. Tan falso. Las personas no podían salirse del molde establecido. No, eso ni pensar. Reglas de vestimenta, de conducta, de postura. De todo. Y ojo con reírte muy fuerte.

La risa de Serafina se hizo escuchar justo como no debería escucharse si de una reunión de los Berlingieri se tratara. Harry sonrío hacia ella.

Bueno, suponía que la familia de Louis también debía tener momentos que le ameritara comportarse de una forma más amoldada. Aunque Harry pensaba que, aun así, ellos no se resistirían a hacer una broma en voz baja para reírse entre ellos, para luego solo fingir que nada había pasado si alguien ajeno les miraba. Harry se reía de forma interna, imaginándoselos así. Bueno al menos a Serafina y Luca. Carmín era más tranquila y Verónica seguro les mandaba al frente.

De hecho, Harry no tenía idea de por qué Verónica había venido. Se notaba que no era el lugar en el que quería estar, y ni siquiera estaba seguro de que le cayera bien el resto de su propia familia, porque, cada vez que tenía la oportunidad, hacía un chiste ácido que rompía con el clima amigable y divertido que Serafina y Luca se encargaban de mantener de una manera tan natural. El resto del tiempo solo se la pasaba fumando o bebiendo de su trago, conservando una expresión amarga y seca.

Pero bueno, tampoco era como si le importara demasiado. No era su tarea descubrir qué le pasaba o por qué era así. Problema de ella. Él solo disfrutaría de los demás. De lo agradable que era compartir con ellos esa velada al aire libre, allí en el patio trasero de la casa de Louis. La noche estaba preciosa, y el aire fresco acompañaba de excelente forma.

Harry miró a Louis, quien se encontraba sentado justo a su lado en una especie de sofá de mimbre, o lo de lo que fuere. El alfa estaba cómodamente echado contra el respaldo, una de sus piernas recargándose sobre la otra, quedando su tobillo contra la rodilla. Un cigarro encendido se instalaba en su mano derecha, mientras que el brazo izquierdo yacía estirado sobre el mismo respaldo, estirado por detrás de él. Antes aquel brazo había estado sobre su espalda, pero dado que se había incorporado para beber de su trago ya caliente, ahora estaba ahí, sobre el sofá. Pero aun así lo sentía tan cerca, aunque no lo suficiente. Harry sintió el deseo de volver a recargarse contra Louis. Este no se había movido, y era como si el vacío que había dejado al apartarse de su cuerpo le invitara de nuevo a ocupar su lugar.

cherry wine ❧ larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora