❦ doce ; sin fecha de recuperación ❦

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Rutina. Harry había vuelto a su rutina. Una rutina que anteriormente no hacía más que entregarle conformidad. Una rutina que le ayudaba a sentirse vivo y fuerte, y que le daba energías para proseguir con su vida. O al menos eso hacía antes de ir a Las Vegas; antes de dejar un pedazo de su alma en aquel lugar.  

Ya no era lo mismo.

Ya no alcanzaba con su rutina. Faltaba algo más. Algo que no le permitía volver a sentirse como antes. Algo que su estadía en Las Vegas le había quitado y en su reemplazo solo habitaba el vacío.

Harry temía nunca más volver a ser el mismo. Y todos aquellos sentimientos que le embargaban de melancolía los descargaba en el salón de entrenamiento con sus muñecas envueltas en gaza, golpeando una vieja bolsa de boxeo como si no hubiese un jodido mañana.

Y sin embargo, pese a todo aquello, en un precioso rincón de su alma se alegraba de estar en casa. Se alegraba de volver a su rutina, de volver a ponerse en forma, de regresar la bendita sala de entrenamiento en la que creció. Oh, Dios. No supo cuánto había extrañado aquel maldito lugar hasta que estuvo en el.

Oh, sí.

Bienvenido a casa. 




Charlando con Zayn en una de esas noche en la que su padre llegaba tarde a casa, y en la que compartía tragos con su amigo, Harry descubrió como iba a hacer para encontrarse con Valentino. Zayn le comentó que el aludido hacía el debido reposo en su casa y que la única manera que tenía de ir a verlo sin que nadie se diese cuenta era aguardar hasta el domingo: día en el que la esposa de Valentino se iba con los niños a la iglesia. Ese era el momento.

Entró por una ventana trasera con el fin de no ser visto y, con un supresor tomado, Harry se aseguró de que su aroma no quedase como evidencia al colarse en aquella casa. Una casa en la que nunca había estado, pero que, sin embargo, no se interesó en observar en detalle. Simplemente ingresó, y fue directo hacia donde el olor de Valentino era más fuerte.

Lo encontró en una habitación del primer piso, recostado  sobre la cama con aspecto delicado; su espalda siendo reposada sobre un par de esponjosas almohadas. Su nariz estaba vendada, y en su rostro se divisaban las brutales secuelas de los golpes recibidos. Se veía terrible, pero Harry no pudo sentir más que un cúmulo de alivio al verlo.

Estaba ahí. Estaba con vida, y solo eso le importaba.

Valentino sonrió débilmente al verlo y le hizo una seña con la mano para que se acercara. Harry lo hizo con cautela, y del mismo modo acercó una mano al golpeado rostro de su amante. Le dio una caricia muy leve, un escaso roce por miedo a causarle alguna molestia. Y luego un suavecito beso en sus labios.

—Esto te pasa por meterte donde nadie te llamó, bobo —dijo al alejarse y sacudió la cabeza; la burla brillando en su sonrisa—. Louis no es ningún tonto, Val. No lo vuelvas a subestimar.

El alfa gruñó.

—No me hables de ese hijo de puta. Lo voy a matar.

—No, no seas tonto. Agradece que no fue algo personal, lo hizo por mí. Le tuve que decir que abusaste de mí y, bueno, quiso hacer justicia. Pero fue por mi culpa, bueno, más bien tuya, Val. No debiste interponerte en mi trabajo.

—Sí que debía. Soy tu hombre. No iba a quedarme aquí, mientras a ti te enviaban con un enfermo. Quería cuidarte.

Harry sonrío cálidamente y negó con la cabeza. “Enfermo”, su omega rio, “si tan solo supieras como me trató ese enfermo”. Pero pronto, su sonrisa fue borrada ni bien tuvo el amargo recuerdo de que jamás volvería a ver a Louis ni a pasar tiempo a su familia.

cherry wine ❧ larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora