❦ dieciocho ; vieja escuela ❦

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Habían terminado de comer, y luego de haberse tomado un momento para bajar la comida, en el que se bebieron un pequeño café y charlaron acerca de la vestimenta y de cómo era el ambiente en Los Ángeles, Louis le había propuesto recorrer un poco la ciudad e ir de compras. Sí, tal y como le había comprado ropa para vestir en Las Vegas, ahora tocaba comprarle ropa para vestir en Los Ángeles.

    Harry no se opuso, ¿cómo hacerlo cuando su ropa era anticuada y daba más bien vergüenza? O bueno, al menos a él le daba un poco de vergüenza. Es decir, era la ropa que todos los días se ponía para solo quedarse en su casa, y ya está. Dentro de la residencia no tenía problema, porque todos los que vivían allí ya sabían lo ordinario que era. No era ningún secreto. Por lo que no tenía que andar preocupándose por causar una buena impresión cada día de su vida. No, la impresión ya estaba causada. Qué mierda importaba cómo vestía el omega de cuarta. 

    A Harry tampoco le importaba. Mientras fuera de su talle y le quedara cómodo, él aceptaba sin reproches la ropa que su padre le daba. Pero pasó mucho desde la última vez que recibió ropa, por lo cual él se las arreglaba como podía con lo que tenía. Lo bueno era que su talla nunca cambió. Había un pantalón que le seguía entrando aun y cuando se lo habían dado a los dieciocho. Era increíble como la ropa persistía. Si, con remiendos hechos por mano propia para disimular los vestigios de su uso y del paso del tiempo. Pero persistian. No era lo mejor de la moda, pero él estaba bien con ello. 

    Si, estaba bien con ello mientras no saliese de la residencia. 

    Muy diferente era el estar afuera vistiendo sus prendas cotidianas. Toda aquella gente desconocida mirándole, analizandole. Le inquietaba pensar en que tal vez solo por su ropa se dieran cuenta de que había algo mal en él. Como si entrevieran su verdad. Como si pudieran saber sin problema que tan solo era un anticuado omega criado en el encierro. Un omega con escasa educación, sin dinero al cual recurrir, viviendo solo a costa de un trabajo en la clandestinidad. Un omega que era mejor devolverlo a su lugar: detrás de esos muros, donde nadie se llevara el disgusto de verlo.  

    Harry no quería pensar en ello, pero era inevitable. Aun y con Louis a su lado, le costaba no dejarse afectar por sus inseguridades al estar recorriendo una de las más populares avenidas de Los Ángeles. Una que estaba repleta de tiendas de primera mano, autos carísimos andando por las calles y gente… Demasiada gente que demostraba tener el suficiente dinero como para gozar de una buena vida.     

    Trataba de recordarse a sí mismo una y otra vez que él no tenía que dejarse influenciar por aquellos pensamientos. Que él tenía que centrarse solo en lo bueno: en que él estaba ahí, libre y junto a Louis.  

    Libre.         

    Harry respiraba hondo cada vez que volvía a ser consciente de su provisoria libertad. Respiraba y la calma volvía a él. Respiraba, y solo entonces podía volver a disfrutar de la vista, de los sonidos, de los aromas, del sol. De Louis. 

    Harry se dio cuenta de que estar caminando con Louis era como estar de paseo con un viejo amigo de confianza. No se preocupaba por lo que el alfa pensara de él en el ámbito cotidiano, porque ya lo sabía. Ya sabía que él no era libre. Ya sabía que no tenía dinero. Louis sabía lo ordinario que él era. No sentía la obligación de ocultarse de su ingrata vida al estar con él, ni de fingir nada. Porque estaba bien. 

    De alguna manera, Louis le hacía sentirse bien con esa pequeña parte de su verdad. No se sentía juzgado ni despreciado. Louis no entraba en ese grupo de gente que en su imaginación le miraba como si él no fuera digno de andar caminando por las calles de una sociedad que muy alejada estaba de la clase baja. O de la clase a la que ni siquiera le permiten salir a la calle si no es para matar. 

cherry wine ❧ larry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora