❦ treinta ; momentos de sol ❦

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Harry se tomó una ducha después de haber estado un rato echado en la cama con Louis. Habían hablado de ir más tarde a la farmacia: tenían que ir por una pastilla de emergencia. De paso, también se compraría otra caja de supresores. Aún tenía de la última vez que habían comprado, pero debido a que ahora no tenía idea de cuánto tiempo estaría allí sería mejor resguardarse.

Respiró hondo bajo la ducha. ¿Y ahora qué haría? Ya no podía volver a la residencia. No con una mordida. Dios, con una mordida de Zayn. Valentino lo asesinaría. Ahora sí lo asesinaría. A los dos. Los destrozaría.

Si las cosas antes eran complicadas, ahora lo eran peor. El camino que había trazado en el pasado se había borrado en el mapa de su vida. Ese futuro ya no existía (tampoco era como si le hubiese agradado alguna vez). Y sin embargo, había un manta de tranquilidad que arropaba su interior por encima de todo conflicto, porque las cosas no serían como él las pensó. Ya no.

Y si bien la incertidumbre trazaba ahora el camino, no suponía un problema mayor para él.

Percibió la culpa incorporada en sus sentidos. Porque estaba aliviado: ya no le pertenecía a los Berlingieri.

Ahora estaba mordido.

Había sido reclamado.

Y por más que la mordida era de Zayn, él correspondía a Louis. Él elegía a Louis. Él pertenecía a Louis.

La mordida de su mejor amigo era simple burocracia, o al menos eso quería creer. Porque él no tomaría el lugar de omega de Zayn, y conocía bastante bien a su mejor amigo como para asegurar que él jamás le obligaría a algo así.

Zayn no le quería de esa manera, y él, Harry, tampoco. No había por qué preocuparse. Ya lo resolverían de alguna manera. Porque no se quedaría con esa mordida para siempre.

Salió de la ducha con su cuello molesto. Se cambió en la habitación mientras Louis dormía. No se recostó junto a él: su instinto le pedía estar ahora mismo con otro alfa. Tenía que buscar a Zayn. Necesitaba estar un rato con él. Verlo, cerciorarse de que estuviese bien, de que no le faltara nada ahora mismo. Cuidarlo un ratito.

Más allá de todo, era la persona con la que más tiempo había pasado en su vida después de su papá. Fue quien siempre le cuidó. Quien jamás lo abandonó. Lo mínimo que podía hacer era fijarse cómo estaba. Abrazarlo. Agradecerle por salvarlo. Zayn siempre le salvaba.

Su pecho se contrajo mientras pensaba en eso; buscaba la habitación en la que podría estar su amigo descansando. Abría despacio cada puerta que se encontraba para ver si estaba allí, y cuando en una de ellas olfateó su olor entró sin hacer ruido. La habitación se hallaba con las cortinas cerradas. No veía mucho.

Se metió en la cama con cuidado y se acomodó junto al cuerpo de su amigo, quien ya se había removido en su lugar. Zayn se abrazó a él y Harry lo sostuvo contra sí. Le dio un beso en la cabeza.

—Gracias. Perdóname —murmuró en medio del silencio y cerró los ojos.





No tuvo idea de qué había hablado Zayn con su padre. Él no había formado parte de la conversación telefónica. Ni siquiera estuvo presente en el lugar cuando sucedió el llamado. Zayn le contó que debían aguardar a que su padre volviese a llamar para indicarles qué harían.

No le quiso decir mucho sobre la reacción de Desmond al enterarse de que su hijo había sido marcado. Zayn solo le contó que le escuchó respirar pesadamente y decir algo como "tendría que habérmelo imaginado". Pero después de eso, no hubo más. O al menos así habían sido las palabras de Zayn.

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