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La siguiente vez que despertó, Aito estaba en el hospital. Había un televisor pequeño, un escritorio y un lavabo sencillo. También un sofá al lado de la cama.
A juzgar por la estructura, esta era probablemente la habitación privada del hospital donde trabajaba y después de mirar el techo, movió la cara y revisó lo que había a su derecha para intentar descubrir si venía algún doctor. Fue extraño que sus ojos se encontraran con los de Saekura casi de inmediato. Estaban inyectados en sangre.

"Buenos días."

"¿Sae... Kura?"

"Espera un minuto, llamaré a alguien.''

Dicho esto, Saekura presionó el botón para llamar a la enfermera e inició una conversación con ella para que revisara su condición y sus signos vitales. Después de todo, era un médico extremadamente preciso.

Mientras observaba la situación y escuchaba su tono preocupado, le dio la impresión de que había estado esperando a que Aito recuperara el conocimiento desde el momento mismo en que lo recostó en la cama y por supuesto, no le sorprendió en absoluto cuando corrió al pasillo para meter al obstetra.

"¿Cómo te sientes, Sawatari-san?"

En respuesta a la pregunta de Yonemura, quien se estaba acercando por la habitación del hospital hasta su cama, Aito respiró hondo antes de decir:

"Todavía estoy un poco mareado, pero me siento bien. ¿Puedes decirme por qué estoy aquí...? Yo no..."

"Te desmayaste en el vestíbulo del hotel. Pero no te preocupes. Ya te hicimos algunas pruebas y no hay nada de qué preocuparse, ni por tu cuerpo ni por el bebé".

Con una sonrisa amable, Yonemura explicó la situación en nombre de Saekura y luego dijo que el hombre que lo había atacado había sido entregado al personal del hotel y luego ellos se comunicaron con la policía.
Aito, conociendo que al menos el bebé que llevaba en su vientre no corría ningún peligro, se sintió aliviado y le devolvió la mano a Saekura para poder apretarla. Sin embargo, la expresión de su novio era oscura y sus cejas estaban caídas por la tristeza.

"... Lo siento Aito, es mi culpa."

"¿Es culpa tuya?"

Aito, incapaz de entender la repentina disculpa, inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado y preguntó por qué estaba diciendo eso.

"Aito se desmayó por culpa de mis feromonas."

"¿Tus feromonas? Pero no olía a nada".

Las feromonas de ese hombre tenían un olor increíblemente fuerte, pero estaba seguro de que no sintió lo mismo cuando llegó Saekura.

Cuando le preguntó por qué eran tan diferentes, Saekura miró hacia abajo y dijo:

"Porque eran de ataque."

Al ver a Saekura así, Mugito, el médico a cargo del departamento de partos, se acercó desde su lugar en la puerta y abrió la boca para explicar en su nombre:

"La feromona de la que habla el doctor Saekura no estimula los impulsos sexuales de un omega, tampoco está destinada para ellos. Son feromonas que salen cuando un alfa está extremadamente enojado. Son liberadas principalmente para defenderse contra otros alfa. Cuando esta fuerte feromona los golpea, retroceden y se vuelven incapaces de moverse. Funciona así."

Después de escuchar la explicación, Aito inmediatamente recordó lo que sucedió justo antes de colapsar. Era cierto que en ese momento, el hombre al que Saekura miraba parecía extremadamente asustado de él.

Adicto al azúcar (Traducción finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora